Craso error. XXV·I·MMXIII

 
[La ciudad de Roma fue a su principio gobernada por reyes. Lucio Bruto introdujo la libertad y el consulado. Las dictaduras se tomaban por tiempo limitado, y el poderío de los diez varones, no pasó de dos años, ni la autoridad consular de los tribunos militares duró mucho. No fue largo el señorío de Cinna, ni el de Sila, y la potencia de Pompeyo y Craso tuvo fin en César, como las armas de Antonio y Lépido en Augusto, el cual, debajo del nombre de príncipe se apoderó de todo el Estado, exhausto y cansado con las discordias civiles.] Tácito. Annales libro I.

Así comienza la obra “Annales” donde su autor, Tácito, resume en estas pocas líneas casi 800 años de historia romana, desde su fundación hasta el fin de la Républica.

Pero, casi ocho siglos dan para muchas historias, por ello, hoy me voy a centrar en un episodio concreto, sucedido cuando la República agonizaba, fruto de la desmesurada ambición de sus gobernantes.

Actualmente, cuando queremos hacer mención a una gran equivocación o equivocación fatal solemos utilizar la expresión “craso error”. Cuya traducción es error gordo o grueso error. Pero, como es sabido, toda buena expresión que procede del latín suele tener una historia o más bien una moraleja detrás, que hace que la expresión se perpetúe por los siglos hasta llegar a nosotros.

En este caso, esta expresión hace referencia a un hecho histórico que mezcla avaricia, ambición y superstición, en una época donde algunos hombres pretendían ser dioses.

Entre el año 61 y 53 a.C. una alianza secreta entre tres hombres gobernó Roma. Los personajes en cuestión fueron Cneo Pompeyo Magno, Cayo Julio César y Marco Licinio Craso, formando lo que los historiadores llamaron posteriormente, el primer Triunvirato.

Por una parte, el general Pompeyo, partidario de los optimates o conservadores, era tremendamente respetado por el Senado y por el pueblo, gracias a sus victorias sobre los piratas que interrumpían el comercio en el Mediterráneo y también por derrotar al rey del Ponto y archienemigo de Roma, Mitrídates VI, pero para su sorpresa, el Senado, con una mayoría conservadora, le negó el reparto de tierras entre sus veteranos de guerra, a los que había licenciado con la intención de eliminar las suspicacias que parecían indicar entre los senadores, que un hombre tan respetado por el ejército como lo era él, no se iba a limitar con lo conseguido. 
 

Cneo Pompeyo Magno

Pompeyo, al analizar la negativa del Senado, decidió buscar apoyos en la otra clase senatorial, los demócratas o populares, logrando pactar con dos de ellos, Craso y César.

Marco Licinio Craso era el hombre más rico de Roma. Como militar sólo destacó por acabar con la revuelta de esclavos capitaneada por Espartaco, pero esta victoria lejos de encumbrarlo de gloria, aumentó aún más su impopularidad, ya que era conocida por el pueblo su notable avaricia, y por todos lados corrió la noticia de que había comandado al ejército porque su principal fuente de ingresos era el trato de esclavos, noticia que no era totalmente veraz, ya que su principal fuente de ingresos era la especulación urbanística mediante el uso de sus brigadas de bomberos, y explico, este personaje solía enviar a sus “matones” a incendiar edificios, luego, cuando el edificio estaba ardiendo se presentaba con su brigada de bomberos, y le ofrecía a los propietarios apagar el fuego por una desmesurada cantidad de dinero, si los propietarios se negaban dejaba arder el edificio, comprando luego el solar a un precio irrisorio, de una manera u otra, Craso siempre ganaba.

Craso vio en el interés de Pompeyo, por una parte, una manera de limpiar su reputación al ser amigo del hombre más querido de Roma, y por otra, la posibilidad de conseguir gobernar una Provincia, lo que le haría ser aún más rico, lejos de Roma y de sus comentarios.
 
 
Marco Licinio Craso

El tercer hombre, Julio César, el político, había sido elegido por ambos como un títere para convencer a los senadores para que aprobaran lo que ellos quisieran, dada la buena reputación de este, quién no se había amedrentado ante el dictador Sila, como vimos en otra entrada. César por su parte necesitaba el dinero de Craso y la excelente reputación de Pompeyo para conseguir una campaña militar que terminara de afianzarlo como general más que como político.

Para fortalecer su acuerdo, la hija de César, Julia, se casó con Pompeyo.

Hecho el acuerdo entre los tres, Pompeyo el general, Craso el economista y César el político, parecía que Roma sería controlada perfectamente, y de hecho así fue, hasta que la ambición de los tres les llevó a la ruina.

Marco Licinio Craso consiguió su ansiada Provincia en noviembre del 55 a.C.

Le concedieron la rica Siria, donde recaudó a su gusto cuanto quiso, harto de dinero decidió emprender una campaña militar contra los partos, campaña para la que preparó siete legiones. Se adentró en Junio del 53 en Partia, pero los partos rehuyeron el enfrentamiento y dejaron que se adentrase en el desierto más y más hasta que cerca Carras, su ejército compuesto por 39.000 efectivos fue exterminado por un muy inferior ejército de partos. El hijo de Craso pereció en la batalla y él mismo moriría en una escaramuza al día siguiente.

Las noticias llegaron a Roma de forma sesgada y manipulada por los detractores de Craso, estos empezaron a decir que los partos lo habían capturado vivo y que le habían hecho tragar oro fundido como símbolo de su desmesurada avaricia. Pero lo más llamativo es que empezaron a utilizar la expresión “Crassus errare”, el error de Craso. Craso efectivamente había invadido Partia, pero sin el consentimiento del Senado, algo que era considerado un sacrilegio hacia los Dioses, de hecho, aunque no en la práctica, estaba totalmente prohibido invadir otros pueblos si no había una excusa para hacerlo, decimos no en la práctica, porque lo que habitualmente hacían los romanos era facilitar la provocación, como ya vimos en la entrada correspondiente a las guerras púnicas.

Craso se lanzó a la guerra sin tan siquiera provocar un motivo. Craso error, Craso.

 
Imperio Parto

Un año antes de estos sucesos, Julia la hija de César y esposa de Pompeyo, murió en el parto, y el hijo que llevaba dentro también, este trágico suceso, no supuso en un primer momento una ruptura entre estos dos personajes, pero las notables victorias de César en las Galias, debilitaron la unión de ambos, pues los optimates vieron en Pompeyo al hombre que pararía a César, o como algunos senadores comentaban, el menor de los males. César venció definitivamente a los galos en la batalla de Alesia, en el 52 a. C. habiendo derrotado con 40.000 romanos a medio millón de galos, algo que resonó en Roma de una forma contundente. Por su parte, como ya vimos en otra entrada, el Senado con Pompeyo al frente, exigieron que César licenciara sus legiones y regresara para dar cuentas. César sabedor de que le iban a juzgar, ya sin los sobornos de Craso, decidió dar un Golpe de Estado contra la República.
El error de los senadores fue que al ver que César había cruzado el Rubicón y se dirigía a Roma, abandonaron la ciudad y su tesoro. El abandonar la ciudad no fue perdonado por los romanos y el dejar el tesoro en manos de César, pues se pueden imaginar ustedes. Craso error, señores senadores.

Pompeyo se dirigió a Grecia, donde pensó, podría reorganizar un ejército capaz de derrocar a César. Lo reorganizó, pero fue aplastado en la batalla de Farsalia el 9 de agosto del 48 a.C.

Derrotado, Pompeyo se marchó a Egipto, donde pensó que el rey Ptolomeo XIII, brindaría su apoyo al hombre más importante de Roma. Pero los consejeros, comandados por el eunuco Potino, aconsejaron al joven rey que el hombre más importante de Roma era ya César, no Pompeyo, y que si le hacían un favor especial a César, este les ayudaría en la guerra dinástica que había entre el rey y su hermana Cleopatra VII, por lo que, traicioneramente, nada más desembarcar este en la costa egipcia fue asesinado y su cabeza entregada al rey. Esto sucedió el 28 de septiembre del 48 a.C.
Pompeyo pensó que aún era el hombre más importante de Roma y que las noticias de su derrota ante César un mes antes aún no habrían llegado a Egipto. Craso error, Pompeyo.
 
Cuando César llegó a Egipto y se presentó ante el rey, le fue entregada la cabeza de Pompeyo. Al contrario de lo que pudieran esperar los egipcios, César lloró amargamente ante la cabeza de su rival, y ejecutó a todos los que participaron en el asesinato, luego pactó con la hermana de Ptolomeo, Cleopatra, a la que subió al trono de Egipto. Ptolomeo se sublevó ante la decisión de César, pero fue derrotado en Alejandría y mientras huía se ahogó en el rio Nilo.

Ptolomeo, aconsejado por Potino, pensó que César estaría contento con el asesinato de Pompeyo, pero no contaban con algo que César era antes que un buen rival, un mejor patriota. César no podía perdonar que un grupo de provincianos egipcios asesinaran a uno de los más grandes generales de Roma cobardemente.

Y se les escapó otro detalle, Pompeyo era su yerno. Craso error Potino, Craso error Ptolomeo.

Julio César

Julio César murió asesinado por un grupo de senadores el 15 de marzo del 44 a.C., sobre su muerte se han escrito ríos de tinta, pero hay una curiosidad histórica que creo debe ser tenida en cuenta en este artículo.

Este día, los idus de marzo, no había sido seleccionado al azar.
César había sido nombrado dictador por diez años, teniendo como subordinados a todos los magistrados. Además, se le autorizó ser cónsul cuantos años desease, también, le ofrecieron el cargo de dictador de por vida, y le permitieron redactar leyes sin la necesidad de aprobación senatorial. Por fin, por si fuera poco, lo nombraron luego tribuno de la plebe y le erigieron una estatua en el templo de Júpiter.

Entonces, ¿por qué no lo mataron antes? ¿Qué detonó esa decisión precisamente ese día?

Pues aquí entra en juego otro factor, la superstición.

Los libros sibilinos eran una recopilación de profecías sobre el futuro del mundo que eran custodiados por los quindecenviros, los únicos autorizados para consultarlos, bajo petición del Senado y ante una grave amenaza o ante una gran campaña militar que pudiese poner en riesgo a Roma. Sucedió entonces que comenzó a filtrarse una profecía de los libros que decía; 
 
“Sólo un rey conseguirá doblegar a los partos”.

Se piensa que ese rumor fue lanzado por Lucio Aurelio Cota, tío de César, y que en ese momento era uno de los quindecenviros. Cota pensó, que filtrando la profecía, prepararía al pueblo y obligaría al Senado a nombrar a su sobrino Rex Romanorum de una vez por todas. Pero sucedió todo lo contrario, pues el Senado conspiró para asesinar a César el día que este iba a anunciar la campaña contra los partos, el 15 de marzo, campaña que pretendía comenzar a preparar el 18 de ese mismo mes. Cota pensó que una filtración de ese tipo amedrentaría al Senado, no esperaba que el miedo al poder de César fuese superior al ansia de conquistar Partia. Craso error, Cota.
Julio César previamente a su asesinato había comentado varias veces que él creía en la República, pero que esta necesitaba un líder supremo, un rey. Las repúblicas no tienen rey, César. Craso error, César.
El Senado pensó que acabando con César, la República estaba salvada. Craso error, la República llevaba ya bastantes años muerta.

Y lo más curioso de esta historia es que, los protagonistas directos en el caso de Craso, e indirectos en el de César, los partos, fueron doblegados efectivamente por un rey, como decían los libros sibilinos, el rey fue el Emperador de orígen hispano Trajano, pero 160 años después de todos estos errores.

 
Trajano

Como resumió Tácito, un joven de 19 años llamado Octavio Augusto, debajo del nombre de príncipe se apoderó de todo el Estado, exhausto y cansado con las discordias civiles, y un poquito harto de tanto craso error.










El Fuego de San Antón. XIV·I·MMXIII


Faltan unos días para que en la villa de Abla volvamos a celebrar el día de San Antón. La tradición establece que la víspera de San Antonio Abad, es decir el día 16 de Enero por la noche, los vecinos se reúnan en torno a la hoguera que se prepara en la Plaza de San Antón y degusten los vinos de la tierra, y las “rosas” o palomitas de maíz, dejando la ermita abierta para que el Santo vea la lumbre de su plaza.

También es cierto que la parte alta del pueblo se suma a esa celebración haciendo otras fogatas vecinales, y de igual modo unos días después, la víspera del día 20, día de San Sebastián, la otra mitad del pueblo vuelve a encender hogueras siguiendo la misma tradición que para San Antón.
 
 


Pero, ¿por qué se encienden estas hogueras?

Para conocer la respuesta primeramente hay que aclarar que la tradición de encender fuego no es exclusiva de Abla, esta tradición es compartida por innumerables poblaciones de España y de Europa, tradición que se pierde en las tinieblas de la historia. Intentaremos explicar esta tradición dejando al lado la opinión más extendida que se basa en establecer el fuego como elemento purificador y asemejando esa tradición incluso con las hogueras de San Juan, cuando nada tiene que ver como veremos.

San Antonio Abad, San Antonio el Grande, o San Antón como mejor lo conocemos, ocupa un puesto indiscutible en la tradición del pueblo cristiano español, este Santo ha sido representado por numerosos artistas e incluso también por Velázquez, autor no muy propenso a representar santos. Empezaremos resumiendo brevemente la vida de este Santo tan venerado.


"San Antonio Abad y San Pablo Ermitaño" Velázquez.


La vida de San Antonio Abad es mundialmente conocida gracias a que San Anastasio, que lo conoció en vida, escribió sobre él la que es considerada hoy como la más antigua hagiografía sobre un santo que se conserva.

San Antón nació en cerca de Menfis, en Egipto, en el año 251. Quedó huérfano muy joven heredando una suma más que considerable de bienes, lo que le hubiese permitido vivir en la opulencia el resto de su vida. Pero un buen día al entrar en un templo cristiano, escuchó el pasaje del Evangelio de San Lucas en el que un joven rico le pregunta a Jesús sobre lo que tiene que hacer para conseguir la vida eterna y al que Jesús le respondió;
[Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.]

San Antonio no dio muchas vueltas, vendió sus bienes, repartió el dinero entre los pobres, y a su hermana pequeña la dejó al cuidado de unas piadosas cristianas, marchándose luego a vivir al desierto. Vivió 105 años, falleciendo en el monte Colzim, cerca del Mar Rojo.

También sabemos que nunca perdió un diente, su vista era impecable y que a pesar de su edad, 105 años, tenía una salud inquebrantable mostrando incluso mejor tono de piel que muchos de los jóvenes que le acompañaban. Su muerte es relatada de esta forma;
[Después de pocos meses cayó enfermo. Llamó a los que le acompañaban –había dos discípulos que llevaban vida ascética desde hacía quince años y se preocupaban de él a causa de su avanzada edad- y les dijo: “Me voy por el camino de mis padres, como dice la Escritura pues me veo llamado por el Señor. En cuanto a ustedes estén en guardia y no hagan tabla rasa de la vida ascética que han practicado tanto tiempo. Esfuércense para mantener su entusiasmo como si estuvieran recién comenzando. Distribuyan mi ropa. Al obispo Anastasio denle la túnica y el manto donde yazgo, que él me lo dio pero que se ha gastado en mi poder; al obispo Serapión denle la otra túnica, y ustedes pueden quedarse con la camisa de pelo. Y ahora, hijos míos, Dios los bendiga. Antonio se va y no está más con ustedes.”]

Pero lo más importante no es su muerte sino su vida ya que muchos cristianos empezaron a irse a vivir junto a San Antonio fundando la primera comunidad de ermitaños de vida común de la historia, por ello este Santo siempre tuvo una gran influencia en todas las ordenes monacales que se sucedieron. De hecho y como ejemplo, en el Origen de los Padres de la Orden Libanesa Maronita empiezan diciendo;
[En 1695, los tres religiosos fundadores decidieron seguir, de común acuerdo, la Regla de San Antonio El Grande, Padre del Monacato…]

Tampoco debemos olvidar la influencia espiritual de este Santo en la reforma del Carmelo, por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

Sin extendernos mucho más en la vida de este Santo marchémonos unos siglos más adelante para comprender la tradición del fuego e incluso otros aspectos como la representación del cerdo a sus pies o como lo llamamos cariñosamente el “marranico de San Antón”.

San Antón por propia voluntad fue enterrado en un lugar desconocido en el desierto para evitar peregrinaciones a su tumba, pero fue descubierta en el año 561 y trasladados sus restos a Alejandría, después se llevaron a Constantinopla y posteriormente a Francia, concretamente a la comarca del Delfinado donde se depositaron en un Monasterio Benedictino llamado Montmajour por unos caballeros que volvían de las cruzadas.

 
Monasterio de Montmajour.
 
En la Edad Media las epidemias estaban a la orden del día, la Peste Bubónica, la Lepra o la Sarna, diezmaban a la población europea un año sí y otro también. Pero hubo una enfermedad que fue especialmente temida incluso mucho más que la Peste por su extrema crueldad, hablamos del Ignis Sacer, Fuego maldito, o Ergotismo.

Los síntomas del Ergotismo se caracterizaba por la sensación de intenso frío y dolor en la parte afecta, seguida de ardor y erupciones vesiculosas que evolucionaban hasta adquirir el miembro dañado un aspecto lívido y purulento que, circunstancialmente, terminaba con la amputación espontánea del miembro. Era una enfermedad vascular que generaba una vasculopatía obstructiva periférica, con un síndrome de isquemia, que terminaba en una gangrena seca. Empezaban por la sensación de que literalmente te quemabas por dentro, afectando primeramente a las extremidades, puntas de los dedos, orejas, nariz, que lentamente se iban gangrenando, todo esto acompañado de alucinaciones y delirios, hasta que se moría por una infección generalizada con terribles dolores. Lo cruel de la enfermedad radicaba en que la mayoría de las veces se desmembraba un brazo u otra parte del cuerpo estando el enfermo con sus facultades mentales intactas, siendo consciente totalmente de lo que sucedía.
 
 
"Los mendigos" Pieter Brueghel.
 
 
Mucho más tarde se supo que el Ergotismo estaba provocado por un hongo que produce el centeno llamado “Claviceps Purpurea” vulgarmente “el cornezuelo del centeno”. Pero en la Edad Media no se sabía esto y la mayoría de los pueblos europeos consumían pan de centeno que era más barato que el de trigo, por lo que la enfermedad se contempló como una peste más, de las muchas que había.


Espigas de centeno con el hongo Claviceps Purpurea.
 
Los enfermos no tenían ninguna institución sanitaria donde asistir a que les trataran, así que solían dirigirse a los Monasterios y a los Santuarios en busca al menos de un consuelo Divino.

Sucedió que manifestándose esta enfermedad en Francia entre el 1085 y el 1095 destacó y se hizo famoso el Monasterio de Montmajour, cerca de Vienne capital del Delfinado, donde como hemos apuntado antes se encontraban los restos de San Antonio Abad. Allí se creó una fraternidad llamada “Los Hermanos Hospitalarios de San Antonio” o los “Antonianos” como se les bautizaría rápidamente. Eran personas con amplios conocimientos en medicina y un mayor corazón caritativo, que se dedicaban expresamente a tratar a estos enfermos bajo el patrocinio de San Antón. Y se hizo famoso porque por todos lados corrió la noticia de que todos los que visitaban el Monasterio sanaban milagrosamente.

Lo cierto es que los Hermanos de San Antonio no hacían nada especial en un principio, solían aplicar hierbas medicinales a los enfermos, y para alimentarles criaban sus propios cerdos y cultivaban sus huertas, bueno mejor dicho, los cerdos campaban libremente por los campos comunales y por las villas cercanas llevando al cuello una campanilla para que todo el mundo supiese que eran los cerdos de San Antón y los respetasen.

Y sin saberlo, mediante la aplicación de bálsamos milagrosos como el “bálsamo de San Antón” y el “Santo Vinagre”, además de una sana alimentación compuesta por pan de harina de trigo, buen vino y un mejor jamón empezaron a sanar a muchos enfermos, su fama fue tal que crearon un gran “Hospital” al que llamaron el “De los Desmembrados”.

En 1297 una bula del papa Bonifacio VIII los convirtió en Orden religiosa y llegaron a tener en Europa la nada despreciable cifra de 397 hospitales.

También tenían costumbre de hornear unos panecillos con la Tau “T” grabada en ellos, de harina de trigo sin sal ni fermentos, lo que aliviaba al instante al enfermo.

La Tau “T” es la última letra del alfabeto hebreo y era el símbolo que adquirió San Antonio en vida y también San Francisco de Asís el cual visitó un hospital de San Antonio en su peregrinación a Santiago de Compostela, símbolo que sería incluso empleado como firma por el fundador de la Orden franciscana. San Antonio y los miembros de su posterior Orden la llevaban dibujada en sus túnicas. Hoy en día se suele repartir el famoso panecillo de San Antón entre los asistentes a los oficios religiosos.


Tau.
 
Los Hermanos de la Orden de San Antonio al empezar cambiando la dieta de pan de centeno a los enfermos cortaban los efectos de la enfermedad casi al instante, luego al amputar los miembros afectados y aplicar la medicina natural para cortar la infección, provocaba una mejoría completa del enfermo. Por ello a partir de ahí a esta enfermedad se le conoció como “Fuego de San Antón”. Se hizo tremendamente popular que sólo bajo la protección de San Antón se curaba el Fuego Maldito que afectaba al enfermo.

Conforme se fue conociendo que el problema radicaba en consumir pan de centeno contaminado por el cornezuelo dejaron de producirse casos en Europa de Fuego de San Antón, quedando los hospitales sin uso, por lo que en 1791 se extinguiría la Orden mediante un breve pontificio de Pío VI.

Hace pocos años una reciente investigación en una Universidad Norteamericana puso de manifiesto que aunque hubo un claro ejemplo de casualidad al utilizar pan de harina de trigo, los Hermanos de San Antonio tenían un impecable conocimiento médico para la época ya que el famoso “Bálsamo de San Antón” combinaba hojas y granos de diferentes plantas, como acelga, berza, nogal, saúco, tusílago, ortiga, sanícula y ruda, con adición de grasas animales (cerda y carnero) y también de resina y aceite de oliva, consiguiendo un ungüento poderosamente antiséptico por la presencia de trementina y acetato de cobre. También el “Santo Vinagre” estaba compuesto por catorce plantas, gran llantén, llantén lanceolado, amapola, verbena, ranúnculo bulboso, escrofularia acuática, ortiga blanca, grama rampante, verónica, genciana, dompte-veneno, trébol blanco, juncia y sacanda. Estas plantas sedativas, narcóticas o vasodilatadoras se mezclaban con vinagre y miel. Trituradas, hervidas y maceradas, servían para la elaboración de emplastos, jugos, zumos y decocciones o también para ungüentos destinados a llagas abiertas y úlceras.

Pero el recuerdo hizo la tradición, ya el Santo sería representado con el cerdo a sus pies con su campanilla para que nadie le dañase, se seguirían horneando sus panecillos, y se encenderían las hogueras en recuerdo de la victoria sobre el Fuego Maldito.

Y aunque el paso del tiempo hace que mantengamos tradiciones sin saber muy bien el porqué de ellas, de alguna manera ya para siempre quedaría en la memoria colectiva de los distintos pueblos y comunidades este hecho histórico, por ejemplo en nuestro pueblo, algunos mayores aún recitan este refrán;

Viva San Antón Bendito,
el Bendito San Antón.
Nos libre de las epidemias
y nos de su protección.
Pedid de la plaza para arriba,
que es nuestro deber.
Y si algo falta,
bajad para abajo también.


Imagen de San Antón. Abla.


Seguramente los primeros repobladores cristianos que vinieron a nuestro pueblo nos trajeron esta tradición, y el hecho de que sólo se enciendan las hogueras en la parte alta del pueblo parece indicar que la parte baja quedaba bajo la protección de San Sebastián al que se le celebra de la misma forma y al que se le pedía también la protección contra las epidemias, de hecho San Sebastián es el Santo al que más se le ha invocado para la protección contra epidemias de toda la historia.

Pero lo más curioso es que hay otro Santo al que también se le celebra en Abla y que está estrechamente vinculado a la protección de las epidemias, especialmente de la Peste Bubónica, hablamos de San Roque.

Pero este artículo es para San Antón, porque pasé los primeros cinco años de mi vida viviendo frente a su ermita, así que no se molesten San Sebastián ni San Roque y esperen a tener el suyo.



 


Juan Sicilia y Gallego. El C.S.I. de Abla. X·XII·MMXII


No somos pocos, por los niveles de audiencia, los que hemos visto en numerosas ocasiones la serie norteamericana C.S.I del excelente productor Jerry Bruckheimer, en sus diferentes secciones C.S.I. New York, Las Vegas y Miami. En estas series vemos a un grupo de policías y científicos esclareciendo crímenes a través del análisis de las pruebas recogidas en el escenario del crimen. Incluso en España se produjo una serie de temática similar llamada R.I.S Científica.

La Policía Científica ha cumplido hace poco 100 años de historia, pero los avances en esta materia fueron impulsados por médicos, químicos, físicos y farmacéuticos que en la mayoría de las veces quedaron y quedan en el anonimato. Este es la historia de uno de ellos.

Entre las 12.15 horas del 24 de Septiembre de 1864 y las 19.30 horas del día 29 del mismo mes se celebró en Madrid el primer Congreso Médico Español presidido por D. Tomás Eustaquio Corral y Oña, médico de cámara de la Reina Isabel II.

 



Tomás Eustaquio Corral y Oña


En dicho Congreso participaron 290 autoridades relacionadas con la medicina, principalmente médicos y farmacéuticos, de los cuales sólo 54 expusieron sus respectivos estudios a los asistentes. Uno de esos 54 era un abulense.

Hablamos de D. Juan Sicilia y Gallego, farmacéutico y hermano de D. Joaquín Sicilia y Gallego, el médico del que ya hablamos en otros artículos anteriores.

Hablar de que el “boticario” de Abla participase activamente en ese congreso no es de especial relevancia, si lo es en cambio el estudio que expuso, pues recalcaba claramente la lucha de este abulense ilustre para que las autoridades judiciales y policiales españolas consideraran el análisis científico en general y el químico en particular como una prueba irrefutable en el esclarecimiento de un crimen.

En la segunda sesión celebrada el 25 de Septiembre, nuestro paisano Juan Sicilia y Gallego expuso su estudio llamado “Algunas observaciones sobre las manchas de sangre”

El cual comenzó con estas palabras;
[No el deseo de gloria me impulsa a tomar la palabra en este Congreso, que tanto honra a la Nación donde tiene lugar: causas más justas, motivos más poderosos me impelen, cuales son, el consignar algunos hechos relativos a la investigación químico-legal de las manchas de sangre, tanto en lo concerniente a su distinta naturaleza, como en lo variado de su procedencia. Hechos que conviene consignar hoy detalladamente, cuando tan frecuentes son los casos en que el puñal del homicida es el único y fatal razonamiento de que suelen valerse algunos individuos de la sociedad.]

Juan explica luego que los grandes adelantos en esa parte de la toxicología o química legal había alcanzado un gran nivel gracias a científicos como Teichmann de Gotinga, Casanti, Persoz, Rose, Zollikofer, Orfila, Devergie, Brunne de Viena o Everardhome, y han permitido que en ese momento se pueda saber si las manchas de sangre son de mamífero o vertebrado, o si de mamífero de la especie humana u otro animal cualquiera.

A pesar de ello, nuestro farmacéutico argumenta el motivo de su estudio;
[…a pesar de tan sorprendentes adelantos, dignos de singular mención, me quedaba una duda que por espacio de algún tiempo no dejó de ocupar mi mente, en serias meditaciones. Acudí a delicados y reiterados experimentos, de los que deduje como lógica consecuencia, que cuestiones de tal naturaleza no quedan científicamente resueltas por el solo hecho de conocer que una mancha es de sangre de la especie humana, y no de otra sustancia cualquiera, pues las exigencias legales no pocas veces traspasan tan estrechos límites, lo cual no es extraño si tenemos en cuenta, que una mancha de sangre algunas veces, no reconoce su origen en la solución de continuidad periférica, sino en uno de tantos flujos sanguíneos, que como el nasal, gastrorrágico, metrorrágico o menstrual, son tan naturales como frecuentes en la especie humana: exigencias, que si bien no creo satisfechas, en su totalidad, por el escaso tiempo de que he podido disponer, al menos creo lo están en cuanto hace referencia a las manchas de procedencia menstrual: algunos experimentos hechos sobre este punto, en el laboratorio que tengo la honra de dirigir, y ciertos casos químico-legales que he tenido necesidad de resolver, son los que me autorizan o inducen a creerlo.]

A continuación el Doctor Juan expone que el experimento realizado consistió en separar las manchas mediante un medio mecánico de la tela u objeto donde existían, las tuvo macerando en agua destilada durante veinticuatro horas y transcurridas estas reunió los líquidos resultantes de la maceración, que por su opacidad o suciedad tuvo que filtrar con papel sin cola, consiguiendo que su aspecto fuese más diáfano, aunque no limpio del todo. Parte de este líquido lo evaporó hasta secarlo, conduciendo el fuego con el máximo cuidado para evitar su carbonización con una lámpara de espíritu de vino. Cuando recogió el residuo rojo amarillento, producto de la evaporización, lo colocó en una capsulita de cristal, donde previamente había puesto unas gotas de ácido fosfórico de 1,18 grados de densidad, el doble de la cantidad de polvos que había obtenido de las manchas. Hecha la mezcla de estos y el ácido en la cápsula de cristal, y en las proporciones ya dichas, lo aplica a la llama de la lámpara, cuando observa que en el centro aparecía una masa de consistencia extractiva, de color hepático, plástica, glutinosa y coherente, cuya adherencia perdía por la presión de una varilla de cristal, pero que abandonada a si misma, volvía a recobrarla con rapidez; caracteres peculiares de la sangre humana, según Casanti, y comunes a la solución de continuidad periférica, y a la de procedencia menstrual; pero notó, que la capsulita de cristal se cubrió repentinamente interior y exteriormente de una capa cristalina, áspera, de fácil separación, y que hizo perder al cristal su diafanidad, carácter este exclusivo de las manchas de sangre de flujo metrorrágico o menstrual.
 


Después de explicar su experimento puso como ejemplo tres casos para los que había sido requerido nuestro Doctor por la Audiencia de Madrid y por petición de algunos Juzgados de Primera Instancia;
[   El primero, es procedente del de Getafe, en que con fecha 8 de Febrero último, se me encargó practicar el análisis químico de unas manchas existentes en varias prendas, correspondientes a la causa que en el mismo se seguía contra la persona de J.R. Teniendo que fijar la naturaleza íntima de tales manchas, me ocurrió poner en práctica el procedimiento que acabo de exponer, y por él me convencí que unas manchas eran de solución de continuidad periférica, y otras de procedencia menstrual, o de un flujo sanguíneo afine a él: porque al tratarlas por el ácido fosfórico de Casanti, unas manchas sanguinolentas solo presentaron los caracteres de plasticidad, homogeneidad, color hepático, consistencia extractiva, conglutinación y coherencia, etc., mientras que otras no solo aparecieron con tales caracteres, sino que a ellos se unió la abundante y hermosa cristalización, característica de la sangre metrorrágica, sobre cuya cristalización he llamado la atención.
    El segundo fue, el que con fecha 8 de Julio, también último, se me remitió, del Juzgado de Azpeitia, para que informara de la índole de unas manchas de sangre esculpidas en una escofina, en causa instruida en el mismo por la muerte violenta de las personas M. M. y J. B. Entre estas manchas, si bien a la simple vista se notaba diferencia, no era tan clara que pudiese dar por resuelta la cuestión; por lo que, separadas las del tercio superior y mas agudo de la escofina, bien pronto me convencí que tales manchas eran de naturaleza distinta de las demás esculpidas en ella; pues aquellas aparecieron al tratarlas por el reactivo Casanti, con la cristalización característica, mientras estas solo presentaron su conglutinación, plasticidad, etc., y nada de cristalización.
    El tercero y último caso que me ocurrió, es de igual fecha que el anterior, y en él se me ordenaba determinar la naturaleza y procedencia de unas manchas estampadas en varias prendas de vestir, de las que por su variada forma, unas eran de hombre y otras de mujer, procedentes del Juzgado de igual clase de Navalcarnero, en causa que instruía por el horroroso asesinato de un matrimonio: manchas, que no siéndome posible fijar por sus caracteres físicos, lo hice por la reacción química consignada: pues ella me indicó que no solo eran de sangre, sino que entre ellas las había de procedencia menstrual o metrorrágica y de solución de continuidad periférica.]

Juan Sicilia terminará su exposición afirmando que es de notable necesidad el que todos los químicos contribuyan a enriquecer esa parte de la ciencia pues todos los delitos que tienen que ver con violaciones y asesinatos pueden ser resueltos con estos estudios.

Y obrando como un profeta termina diciendo;
[Por lo que confío que continuando en esta clase de investigaciones analíticas, con la cooperación de tantos y tan dignos profesores como a ellas se dedican, llegará un día en que se pueda marcar por reacciones características, no solo la naturaleza íntima de todas las manchas de sangre, de tan variada procedencia, sino la de otras infinitas, que no siendo de naturaleza sanguinolenta, sean más difíciles de determinar y de las que reclaman serios y detenidos trabajos químicos-legales.]

No pasarían muchos años hasta que nuestro paisano dio un paso más en su lucha, fue al leer el discurso en el acto de recibir su investidura como Doctor de la Facultad de Farmacia el 26 de Junio de 1868.

En dicho discurso llamado “Importancia de la análisis química en la administración de Justicia” hace una exposición brillante sobre lo que para él era su lucha y su vida, comienza su discurso con un Salmo en latín;
Et honor regis iudicium diligit. (Y el honor del Rey ama la justicia)
Salmo 98, v.4.
Y luego explica en su preámbulo como desde la antigüedad el crimen y el hombre han andado juntos pero de igual forma la justicia ha evolucionado y debe evolucionar más para emplear todos los avances científicos en detener a los criminales.
 
Dedicatoria Tesis

Me quedo con una reflexión de nuestro Doctor donde resume el mismo por qué considera que se debe continuar en esa línea;
[Nunca, Excmo. Sr. aparece tan pequeño el hombre ante sus mismos ojos, ni se convence de su propia debilidad y brevedad de su existencia, como al proponerse probar cosas que casi son axiomáticas en su enunciación; pero que a su vez son de trascendental importancia en las sociedades cultas: tal es la de la intervención de la análisis química en la administración de justicia, o llámese importancia de los medios que conducen a no condenar a un inocente, o a no dejar impune a un criminal.]
 
Juan Sicilia después de exponer en un discurso de 25 folios los avances y todo lo que queda por avanzar terminará educadamente diciendo;


[Bien hubiera querido, Excmo. Sr., presentar un cuadro digno de la importancia de la química analítica y de su poderoso influjo en la administración de justicia; pero si mis dotes insuficientes no han llenado cumplidamente su objeto, súplalo vuestra ilustración; y quépame siquiera el honor de haber llamado vuestra atención sobre una tésis, en que se apoya la justicia, como en esta la fortaleza del reino.]


Seguramente hoy D. Juan estará contento viendo a los niveles a los que ha llegado la ciencia, si pudiese viajar en el tiempo y decirle; -D. Juan no se atormente usted, llegará el momento en el que se encontrará a un criminal simplemente con una muestra de saliva-…seguramente le daría un “patatús”. Jejeje.

Estos apuntes pretenden recordar el trabajo en vida de Juan Sicilia y Gallego, el “boticario” de Abla, de hecho, todos sus descendientes llevaron y llevan ese apodo, Manuel Martínez o “Manolo el boticario” como lo conocemos en el pueblo es su bisnieto.

 


Lápida de D. Juan Sicilia y Gallego. Cementerio de Abla.
 
Juan Sicilia y Gallego murió en 1919 y fue enterrado en su pueblo, Abla. Aún hoy se conserva su lápida, cuando paso delante de ella siempre hago un inciso…este es el “boticario de Abla” y el C.S.I. de Abla.
 













Huelga General en Roma. XXX·XI·MMXII


En los tiempos que corren es habitual ver casi todos los días a algún sector de la economía española y europea en huelga, de hecho también la convocatoria de una Huelga General no parece tan especial ni tan extraña y seguramente no repercuta tanto como se podría esperar en la actividad de un país. También es apreciable que lo único en lo que se suelen centrar los medios de comunicación, Gobierno y Sindicatos tras la jornada de huelga es en una guerra de cifras sobre si ha sido más o menos secundada.

En mi modesta opinión esto sucede porque hoy en día la huelga como tal no produce el efecto que si producía en la antigüedad, no en los gobernantes sino en el pueblo o mejor dicho en la conciencia del mismo. Literalmente los antiguos romanos eran capaces de paralizar el mundo no por un día sino por el tiempo necesario hasta conseguir sus objetivos. Esta es la nota de distinción de los romanos, ellos sabían que unidos movían el mundo a su antojo, cuando la plebe reclamaba algo a las clases pudientes o patricios, estos últimos sabían que o cedían o Roma se hundía.

En este blog se suele hablar de grandes generales y grandes gestas pero realmente los grandes cambios en la sociedad democrática romana estuvieron estrechamente ligados a las importantes movilizaciones del pueblo llano o plebeyo, esto fue realmente lo que hizo que aquella primitiva aldea de pastores en poco tiempo fuese dueña, señora y capital del mundo.

En el 494 a.C. Tan sólo 15 años después de la proclamación de la República, Roma se sentía amenazada por los ecuos y los volscos y deseaba levantar un ejército. Al mismo tiempo, había una crisis económica y muchos plebeyos se encontraban endeudados, casualmente como ahora. Lo curioso es que según la ley romana de aquellos tiempos, el impago de la deuda transformaba al deudor en esclavo del acreedor. Entonces los plebeyos sabiendo que era su oportunidad si querían conseguir algo se negaron a integrarse en el ejército a menos que esa ley cambiara.


Los patricios un poco acongojados pues sabían que sin los plebeyos Roma caería en manos de los ecuos y los volscos, aceptaron la petición. Sin embargo, una vez pasado el peligro de la invasión, renegaron del compromiso, esto último lamentablemente es habitual hoy en día.
 

Huelga del Monte Aventino
 
Los plebeyos engañados y en un golpe de efecto sin precedentes se marcharon de Roma al Monte Aventino y se declararon en huelga. Roma se paralizó por completo, de hecho no había absolutamente nada para comer en la ciudad y los patricios tuvieron que replantear la situación.

La huelga cesó con la firma de dos acuerdos, el primero fue la creación de dos nuevos magistrados ordinarios, los tribunos de la plebe, los cuales tendrían derecho de veto a cualquier decisión del Senado o de cualquier otro magistrado que perjudicase a la plebe y con la potestad de poder asistir legalmente a cualquier plebeyo que tuviese un problema con la justicia.

El segundo acuerdo fue aceptar la legalidad del concilium plebis, esto fue un gran avance pues la decisión que adoptara esa asamblea exclusivamente compuesta por plebeyos tenía que ser aceptada por la República en todos sus términos.
 
Aunque pueda parecer que los patricios lamentaran la nueva situación, nada más alejado de la realidad, los patricios se sentían culpables por haber provocado esta huelga y promovieron conjuntamente con los plebeyos la construcción de un Templo de la Concordia para celebrar los acuerdos, esta es la gran diferencia con la sociedad actual, el honor.
 
En el 449 a.C. se produjo otra Huelga General en Roma. La causa principal fue que la ley estaba sujeta a la interpretación de los juristas y a su memoria ya que no estaba escrita, lo que motivaba que los abogados y juristas que eran todos patricios la interpretaran y la recordaran a su antojo ya que entre la clase plebeya predominaba el analfabetismo. Los plebeyos pidieron entonces que la ley fuese redactada para evitar interpretaciones interesadas, los patricios se negaron y estos se marcharon al Monte Sacro.



Huelga del Monte Sacro

Parece ser que hubo otro motivo en esta huelga ya que coincide con el asesinato de Lucio Sicio Dentato, este personaje del que hablaremos en otra entrada fue quizás el militar romano más laureado de la historia, de origen plebeyo destacó sobre todo por la defensa de la igualdad entre plebeyos y patricios, fue asesinado por orden del decenviro Apio Claudio.

Pues bien, tras la marcha de los plebeyos al Monte Sacro se tuvieron que cerrar varios acuerdos, el primero fue que la ley fuese escrita a partir de ese momento lo que motivo la composición de la Ley de las XII Tablas, el primer código legal de la historia romana. El segundo fue disolver el colegio de los Decenviros. Y el tercero fue conseguir que Lucio Valerio Potito y Marco Horacio Barbato, los negociadores del Senado en la huelga fueran nombrados cónsules, pues los plebeyos sólo se fiaban de ellos.

Lucio Sicio Dentato

Más tarde habría varias huelgas menores o de menor importancia que estas dos primeras pero en las que se conseguirían grandes logros, por ejemplo;

En el 448 a.C. La huelga consigue que los dos cónsules alternen año a año con dos tribuni militum consulari potestate, de los que uno puede ser plebeyo.

En el 445 a.C. Gracias a la huelga se permite el matrimonio legal entre plebeyos y patricios que hasta el momento estaba prohibido promulgándose la ley Canuleya.

En el 409 a.C. Los plebeyos consiguen acceder por primera vez a la magistratura pudiendo ser nombrados cuestores.

En el 367 a. C. El Senado admite por medio de una huelga que, de los dos cónsules nombrados cada año, uno proceda de la clase de los plebeyos.

En el 300 a.C. El último cargo patricio, el cargo de Pontífice, es por fin abierto a los plebeyos.
 
Monte Aventino
 
Por último en el 287 a.C. Se produjo otra gran huelga, los plebeyos abandonaron Roma y se congregaron en el Monte Aventino. Como consecuencia el Senado reconoció las decisiones de las asambleas de la plebe “Plebis scitum” como asambleas que podían legislar siendo más importantes que la voluntad de los legisladores, lo que hoy podemos denominar referéndum.

Es mucho como hemos visto lo que los romanos consiguieron mediante la huelga pero también es cierto que consiguieron mucho más con acuerdos puntuales, la huelga debe ser el último extremo al que la sociedad civil debe llegar, pero llegado el extremo si una huelga no consigue algo es un rotundo fracaso. Quizás el poder de los medios de comunicación, quizás las maniobras políticas, quizás la desunión del pueblo o quizás todo a la vez hacen que hoy en día una huelga no tenga el efecto que tenía antaño.

Nicolás Maquiavelo afirmó;
[Yo digo que quienes condenan los tumultos entre los nobles y la plebe atacan lo que fue la causa principal de la libertad de Roma, y que se fijan más en los ruidos y gritos que nacían de esos tumultos que en los buenos efectos que produjeron. En toda República hay dos espíritus contrapuestos, el de los grandes y el del pueblo, y todas las leyes que se hacen en pro de la libertad nacen de la desunión de ambos]

Antes de opinar hay que saber donde nos encontramos cada uno, si estamos dentro de la rueda del poder o si somos una de las criaturas aplastadas por ella.

Los romanos lo tenían claro y eso que no tenían internet…o a lo mejor fue por eso…quizás.
 
 
 
 
 


 

Todas las setas son comestibles pero algunas sólo una vez. XXII·XI·MMXII


Ahora que estamos en época de setas y que las abundantes lluvias en esta ladera de Sierra Nevada han producido una gran cantidad de hongos, no son pocos los vecinos de Abla como del resto de la provincia que se han acercado a recoger el preciado Lactarius Deliciosus comúnmente conocido como níscalo o rovellón. Esta especie es quizás la más buscada pues es la que menos se presta a confusión aunque es una seta menos sabrosa que otras que nacen en esta sierra.
 
Níscalos
 


Damos por cierto que en la Grecia y Roma antiguas no se tenía el conocimiento científico de las setas del que sí disponemos en nuestros días. Si bien es cierto que han llegado hasta nosotros tratados como los de Teofrasto, Dioscórides, Aristóteles o Plinio, en los que se observan intentos de clasificación de las plantas entre las que suelen incluirse las setas, pero hay que dejar claro que las nociones que los griegos y los romanos tenían de micología eran básicamente experimentales y a menudo motivadas por supersticiones religiosas, por lo que, muchas veces, carecen de cualquier atisbo de veracidad.
 
Así, por ejemplo, entre los antiguos existía la creencia de que la sombra de algunos árboles resultaba perniciosa. Es el caso del pino o del ciprés, árbol este consagrado a Plutón, dios de los infiernos, como queda de manifiesto en los cipreses que todavía hoy pueblan nuestros cementerios. Según esta creencia, sería tóxica cualquier planta o seta que naciera junto a dichos árboles. Ello ha llevado a algún estudioso moderno a lamentar el hecho de que, precisamente por esta superstición, griegos y romanos no tuvieran oportunidad de degustar setas tan apreciadas hoy como el níscalo.

Si había una seta que era particularmente apreciada era la Amanita Caesarea llamada amanita de los césares o yema de huevo. Y era apreciada no sólo por ser deliciosa (se puede incluso comer cruda) sino porque nacía bajo otros árboles que si eran sagrados, las encinas, los robles o los castaños.
 
Amanita Caesarea
 
No obstante y dejando al margen las supersticiones, es un hecho claro que los romanos dieron a las setas un alto valor culinario, hasta el punto de identificarlas con la vida ostentosa y placentera.

Juvenal, por ejemplo, critica el comportamiento de los ricos que malgastan sus bienes en comilonas y todo tipo de lujos y dice textualmente;
[Nada mejor puede esperar el pariente de un joven que ha aprendido del sinvergüenza de su padre y su encanecida gula a rascar las trufas, a condimentar setas y a remojar en su salsa a los papafigos]

Petronio cuenta en su Satiricón como Trimalción manda traer simientes de setas de la India para cultivarlas y así asombrar a sus comensales.

También podemos citar a San Agustín que critica estos placeres de esta forma;
[De un hombre que se complace eructando de su panza llena setas, arroz, trufas, tartas, arrope, pimienta, silfio, y que todos los días reclama tales cosas, ¿puede decirse o pensarse algo más demencial, que no se sabe cómo pueda parecer que se ha alejado de las tres señales, es decir, de la regla de santidad?]

Pero sin duda los mayores ejemplos de relación entre las setas y la alta calidad de vida son las numerosas recetas que podemos encontrar en el "De re coquinaria” de Marco Gavio Apicio, donde incluye platos con boleti, con fungi farnei (setas de fresno) y con las tubera (trufas).

Marco Gavio Apicio

Eran el ingrediente básico de los entremeses, pues consideraban que estimulaban el apetito. Su consumo variaba: si eran de temporada, se tomaban en crudo, asadas con un pincho sobre las cenizas; pero si estaban deshidratadas, era necesario hervirlas con sal, vinagre y miel. También se recomendaba servirlas con estos mismos ingredientes, para reducir sus efectos nocivos. Para poderlas consumir durante todo el año se conservaban secas en recipientes sellados, en los que se alternaba una capa de hongos y otra de serrín, y tras enyesar la tapa, se dejaban en un lugar seco. Las propiedades que se les otorgaban eran múltiples: nutritivas, sabrosas, con alto contenido proteínico y laxantes.

Pues si las setas eran tan apreciadas en la alta cocina romana es de suponer que tampoco faltara en la mesa del Emperador. Por ejemplo la Amanita Caesarea que hoy es considerada la reina de las setas debe su apellido por ser la preferida de los césares entre los cuales hay que destacar a Claudio un gran enamorado de la degustación de setas y que murió tras ingerir un plato de ellas. Aunque comúnmente se achaca su muerte a una intoxicación con Amanita Phalloides lo cierto es que es más probable que le introdujeran veneno en su plato de setas pues su muerte se produjo unas horas después de comer como apuntan Tácito, Suetonio y Dión Casio, y la ejecutora parece ser su mujer Agripina la cuál quería que su hijo Nerón subiera al trono de Roma e impedir que más adelante el heredero fuera el hijo legítimo de Claudio, Británico.
 
Claudio

Hablo de unas horas después pues el envenenamiento por Amanita Phalloides produce la muerte entre el tercer y décimo día de haberla consumido en un proceso que podemos resumir así;
[La primera etapa, de incubación, tiene lugar entre las 6 y las 24 horas: predominan síntomas como dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea, fiebre, deshidratación, hipotensión y alteraciones hidroelectrolíticas. La segunda etapa (entre las 24 y las 48 horas), se caracteriza porque los síntomas iniciales mejoran, aunque las alteraciones hepáticas y renales pueden seguir progresando. Por último, en la tercera etapa, entre el tercer y el quinto día, el paciente sufre ictericia, encefalopatía e insuficiencia hepática]

Plinio el Viejo nos cuenta de una forma ingeniosa en su Historia Natural;
[Entre las cosas que resulta imprudente comer, yo incluiría a las setas, un alimento ciertamente exquisito, pero que merece con razón el descrédito desde el terrible ejemplo de la muerte del emperador Tiberio Claudio, al que su esposa Agripina asesinó suministrándole un veneno, un hecho que supuso para el mundo, un veneno aún mayor: su hijo Nerón]

Pero la macabra operación de Agripina y Nerón no terminó ahí pues según Tácito, Nerón es responsable del envenenamiento de Británico, utilizando el mismo método que el aplicado con Claudio. Británico, a la edad de 14 años, fue envenenado con setas durante una cena a la que asistieron su hermana Claudia Octavia y su madrastra Agripina.
 
Amanita Phalloides
 
La existencia de especies tóxicas mortales entre las amanitas condujo a que entre los romanos se produjesen muchas intoxicaciones, que afectaban en ocasiones a colectivos numerosos. Tal fue el caso de un banquete celebrado en tiempos de Nerón, en el que fallecieron todos los asistentes, incluido Anneus Serenus, amigo muy querido del filósofo español Séneca.

Podemos citar brevemente a otros personajes históricos que han muerto por consumir setas;

En el 450 antes de Cristo aproximadamente mueren la mujer, el hijo y las dos hijas del poeta griego Eurípides por comer un plato de setas.

El 25 de Septiembre de 1534 muere el Papa Clemente VII, era un gran aficionado a las setas, tenía por costumbre de tomar un plato diario. Incluso prohibió recoger setas en los Estados Vaticanos para que no le faltasen a él, su ansia y una Amanita Phalloides le produjeron la muerte.
 
Clemente VII

El 20 de Octubre de 1740 muere el Archiduque Carlos de Austria o Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico, sufrió una indigestión después de comer un plato de setas salteadas de la que moriría diez días después, lo cual indica claramente un envenenamiento por Amanita Phalloides. La muerte del archiduque sin descendencia masculina fue el pretexto que daría origen a la Guerra de Sucesión austríaca, Voltaire dijo unos años después;
[Este plato de setas cambió el destino de Europa]

Pues sí, había platos de setas que podían cambiar el rumbo de la historia pero lo más destacable es que efectivamente todas las setas son comestibles aunque algunas sólo una vez.

Un servidor seguirá comiendo Lactarius Deliciosus (Níscalo) y Lepista Nuda (Pie azul) porque para mi son tan sagrados los pinos de Sierra Nevada como para los romanos lo era la encina bajo la que sentaba Júpiter.
 
Pie Azul


 
 
 
 


 

Año 472. Abla, la tierra del Emperador. V·XI·MMXII


 
Pedestal de Avitiano, Abla.

 
“No hay más que una historia: La historia del hombre. Todas las historias nacionales no son más que capítulos de la mayor” Tagore


El estudio de una vida desconocida sobre una persona de la que solamente conocemos el nombre puede llevarnos a navegar por el laberinto de la historia con los remos partidos, sin timón, y con el único empuje de la corriente.

Comienzas a recoger datos sueltos, fechas, nombres y episodios que no suelen añadir nada más que múltiples líneas a ese laberinto.

Pero llega un momento en que empiezas a avanzar y logras dibujar el esquema no de una vida sino de un futuro, de una estirpe. Sigues sin saber nada de ese personaje pero sabes todo lo que hicieron sus descendientes y en el estudio de ellos pretendes vagamente que alguno recuerde a ese antepasado para iluminar tu investigación…resulta inútil, todos viven el momento y ninguno quiere o pretende recordar y dejar constancia de aquella vida, de aquel hombre.

Uno de los personajes más afamados de la historia de Abla es Lucius Alfenius Avitianus, de este personaje tenemos o tuvimos varias inscripciones que así nos lo recuerdan y que recuerdan el impresionante pasado romano de nuestro pueblo.

De él poco o nada sabemos, sabemos que vivió sus años de retiro en Abla a mediados del siglo II, probablemente su casa o villa estaba situada en “La Media Legua” la cual hasta hace poco algunos lugareños aún la denominaban “Villa Alfoniana”, y posiblemente el mausoleo romano de Abla tenga una estrecha relación con este personaje.

Con estos pocos datos se empiezan a recoger datos no de él sino de sus descendientes y aquí es donde la historia nos vuelve a sorprender.

Lucius Alfenius Avitianus tuvo un hijo llamado como él Lucius Alfenius Avitianus, nacido en el año 170 y fallecido después del 231, fue Cónsul suplente en el 213 y uno de los Hermanos Arvales en el 218, lo que índica una estrecha relación con el Emperador ya que éste presidia ese colegio sacerdotal. La primera curiosidad es que por la fecha de nacimiento lo más probable es que éste personaje naciera en Abla y después desarrollase su carrera en Roma.

Éste primer descendiente tuvo otro hijo al que llamó del mismo nombre, Lucius Alfenius Avitianus, nacido en el 200 y fallecido después del 241 se casó con Viria Juliana y de este enlace nació Lucius Alfenius Virius Julianus, del que se sabe que nació en el 230 y del que se desconoce el nombre de su esposa, pero si se conoce que tuvieron una hija nacida en el 265 a la que llamaron Alfenia Juliana.

Alfenia se casó con Caeonius Proculus, el cuál fue Cónsul en el 289, y de este enlace nació en el 285 Marcus Caeionius Julius Camenius, Pretor en el 333.

Marcus Caeionius tuvo en el 305 una hija a la que llamó Caeionia Auchenia, esta se casó con Amnius Manius Caesonius Nicomachus Anicius Paulinus, Cónsul y Prefecto de Roma en el 334. Tuvieron un hijo nacido en el 320, Anicius Auchenius Bassus, fue Procónsul en Campania en el 379 y Prefecto en el 382.

Anicius Auchenius se casó con Turrania Honorata y tuvieron dos hijos, una hija llamada Tyrrenia Anicia Julia y un hijo 18 años después del nacimiento de Tyrrenia llamado como su padre Anicius Auchenius Bassus.

Por un lado Tyrrenia se casó con Quintus Clodius Hermogenianus Olybrius, Cónsul en el 379, y tuvieron una hija en el 355 llamada Anicia Faltonia Proba, la cual se casó con Sextus Claudius Petronius Probus y de este enlace nacería un hijo, Anicius Hermogenianus Olybrius.

Por el otro lado el hermano de Tyrrenia, Anicius Auchenius Bassus fue Cónsul en el 408 y tuvo una hija llamada Anicia Juliana, la cuál como nota curiosa se casó con el nieto de su tía Tyrrenia, Anicius Hermogenianus Olybrius.

Del enlace de Anicia Juliana con Anicius Hermogenianus Olybrius, los dos descendientes de Lucius Alfenius Avitianus, nacería Flavius Anicius Olybrius, el cuál fue Emperador Romano de Occidente con la denominación de Dominus Noster Flavio Anicio Olibrio Augusto desde el 23 de marzo del 472 hasta el 23 de octubre del 472. 

 


Moneda del Emperador Olibrio


Fue Emperador unos meses pero fue Emperador, como nota curiosa hay que añadir que el Augusto Valentiniano III, descendiente del español Teodosio, sabedor que Olibrio pertenecía a una de las familias senatoriales más importantes de Roma arregló en el 454 su compromiso con la menor de sus hijas, Placidia.

En una etapa histórica convulsa como fue la inminente caída del Imperio Romano de Occidente hay otra nota curiosa que cabe destacar de este personaje…fue nombrado Emperador sin querer serlo.

Esta es una historia curiosa que no aclara nada sobre el hombre pero que escribe un capítulo, el de sus descendientes. 



“No hay rey que no haya tenido un esclavo entre sus antepasados, ni esclavo que no haya tenido un rey entre los suyos.” Helen Adams Keller