[La ciudad de Roma fue a su principio gobernada por reyes. Lucio Bruto introdujo la libertad y el consulado. Las dictaduras se tomaban por tiempo limitado, y el poderío de los diez varones, no pasó de dos años, ni la autoridad consular de los tribunos militares duró mucho. No fue largo el señorío de Cinna, ni el de Sila, y la potencia de Pompeyo y Craso tuvo fin en César, como las armas de Antonio y Lépido en Augusto, el cual, debajo del nombre de príncipe se apoderó de todo el Estado, exhausto y cansado con las discordias civiles.] Tácito. Annales libro I.
Así comienza la obra “Annales” donde su autor, Tácito, resume en estas pocas líneas casi 800 años de historia romana, desde su fundación hasta el fin de la Républica.
Pero, casi ocho siglos dan para muchas historias, por ello, hoy me voy a centrar en un episodio concreto, sucedido cuando la República agonizaba, fruto de la desmesurada ambición de sus gobernantes.
Actualmente, cuando queremos hacer mención a una gran equivocación o equivocación fatal solemos utilizar la expresión “craso error”. Cuya traducción es error gordo o grueso error. Pero, como es sabido, toda buena expresión que procede del latín suele tener una historia o más bien una moraleja detrás, que hace que la expresión se perpetúe por los siglos hasta llegar a nosotros.
En este caso, esta expresión hace referencia a un hecho histórico que mezcla avaricia, ambición y superstición, en una época donde algunos hombres pretendían ser dioses.
Entre el año 61 y 53 a.C. una alianza secreta entre tres hombres gobernó Roma. Los personajes en cuestión fueron Cneo Pompeyo Magno, Cayo Julio César y Marco Licinio Craso, formando lo que los historiadores llamaron posteriormente, el primer Triunvirato.
Por una parte, el general Pompeyo, partidario de los optimates o conservadores, era tremendamente respetado por el Senado y por el pueblo, gracias a sus victorias sobre los piratas que interrumpían el comercio en el Mediterráneo y también por derrotar al rey del Ponto y archienemigo de Roma, Mitrídates VI, pero para su sorpresa, el Senado, con una mayoría conservadora, le negó el reparto de tierras entre sus veteranos de guerra, a los que había licenciado con la intención de eliminar las suspicacias que parecían indicar entre los senadores, que un hombre tan respetado por el ejército como lo era él, no se iba a limitar con lo conseguido.
Cneo Pompeyo Magno |
Pompeyo, al analizar la negativa del Senado, decidió buscar apoyos en la otra clase senatorial, los demócratas o populares, logrando pactar con dos de ellos, Craso y César.
Marco Licinio Craso era el hombre más rico de Roma. Como militar sólo destacó por acabar con la revuelta de esclavos capitaneada por Espartaco, pero esta victoria lejos de encumbrarlo de gloria, aumentó aún más su impopularidad, ya que era conocida por el pueblo su notable avaricia, y por todos lados corrió la noticia de que había comandado al ejército porque su principal fuente de ingresos era el trato de esclavos, noticia que no era totalmente veraz, ya que su principal fuente de ingresos era la especulación urbanística mediante el uso de sus brigadas de bomberos, y explico, este personaje solía enviar a sus “matones” a incendiar edificios, luego, cuando el edificio estaba ardiendo se presentaba con su brigada de bomberos, y le ofrecía a los propietarios apagar el fuego por una desmesurada cantidad de dinero, si los propietarios se negaban dejaba arder el edificio, comprando luego el solar a un precio irrisorio, de una manera u otra, Craso siempre ganaba.
Craso vio en el interés de Pompeyo, por una parte, una manera de limpiar su reputación al ser amigo del hombre más querido de Roma, y por otra, la posibilidad de conseguir gobernar una Provincia, lo que le haría ser aún más rico, lejos de Roma y de sus comentarios.
Marco Licinio Craso |
El tercer hombre, Julio César, el político, había sido elegido por ambos como un títere para convencer a los senadores para que aprobaran lo que ellos quisieran, dada la buena reputación de este, quién no se había amedrentado ante el dictador Sila, como vimos en otra entrada. César por su parte necesitaba el dinero de Craso y la excelente reputación de Pompeyo para conseguir una campaña militar que terminara de afianzarlo como general más que como político.
Para fortalecer su acuerdo, la hija de César, Julia, se casó con Pompeyo.
Hecho el acuerdo entre los tres, Pompeyo el general, Craso el economista y César el político, parecía que Roma sería controlada perfectamente, y de hecho así fue, hasta que la ambición de los tres les llevó a la ruina.
Marco Licinio Craso consiguió su ansiada Provincia en noviembre del 55 a.C.
Le concedieron la rica Siria, donde recaudó a su gusto cuanto quiso, harto de dinero decidió emprender una campaña militar contra los partos, campaña para la que preparó siete legiones. Se adentró en Junio del 53 en Partia, pero los partos rehuyeron el enfrentamiento y dejaron que se adentrase en el desierto más y más hasta que cerca Carras, su ejército compuesto por 39.000 efectivos fue exterminado por un muy inferior ejército de partos. El hijo de Craso pereció en la batalla y él mismo moriría en una escaramuza al día siguiente.
Las noticias llegaron a Roma de forma sesgada y manipulada por los detractores de Craso, estos empezaron a decir que los partos lo habían capturado vivo y que le habían hecho tragar oro fundido como símbolo de su desmesurada avaricia. Pero lo más llamativo es que empezaron a utilizar la expresión “Crassus errare”, el error de Craso. Craso efectivamente había invadido Partia, pero sin el consentimiento del Senado, algo que era considerado un sacrilegio hacia los Dioses, de hecho, aunque no en la práctica, estaba totalmente prohibido invadir otros pueblos si no había una excusa para hacerlo, decimos no en la práctica, porque lo que habitualmente hacían los romanos era facilitar la provocación, como ya vimos en la entrada correspondiente a las guerras púnicas.
Craso se lanzó a la guerra sin tan siquiera provocar un motivo. Craso error, Craso.
Imperio Parto |
Un año antes de estos sucesos, Julia la hija de César y esposa de Pompeyo, murió en el parto, y el hijo que llevaba dentro también, este trágico suceso, no supuso en un primer momento una ruptura entre estos dos personajes, pero las notables victorias de César en las Galias, debilitaron la unión de ambos, pues los optimates vieron en Pompeyo al hombre que pararía a César, o como algunos senadores comentaban, el menor de los males. César venció definitivamente a los galos en la batalla de Alesia, en el 52 a. C. habiendo derrotado con 40.000 romanos a medio millón de galos, algo que resonó en Roma de una forma contundente. Por su parte, como ya vimos en otra entrada, el Senado con Pompeyo al frente, exigieron que César licenciara sus legiones y regresara para dar cuentas. César sabedor de que le iban a juzgar, ya sin los sobornos de Craso, decidió dar un Golpe de Estado contra la República.
El error de los senadores fue que al ver que César había cruzado el Rubicón y se dirigía a Roma, abandonaron la ciudad y su tesoro. El abandonar la ciudad no fue perdonado por los romanos y el dejar el tesoro en manos de César, pues se pueden imaginar ustedes. Craso error, señores senadores.
Pompeyo se dirigió a Grecia, donde pensó, podría reorganizar un ejército capaz de derrocar a César. Lo reorganizó, pero fue aplastado en la batalla de Farsalia el 9 de agosto del 48 a.C.
Derrotado, Pompeyo se marchó a Egipto, donde pensó que el rey Ptolomeo XIII, brindaría su apoyo al hombre más importante de Roma. Pero los consejeros, comandados por el eunuco Potino, aconsejaron al joven rey que el hombre más importante de Roma era ya César, no Pompeyo, y que si le hacían un favor especial a César, este les ayudaría en la guerra dinástica que había entre el rey y su hermana Cleopatra VII, por lo que, traicioneramente, nada más desembarcar este en la costa egipcia fue asesinado y su cabeza entregada al rey. Esto sucedió el 28 de septiembre del 48 a.C.
Pompeyo pensó que aún era el hombre más importante de Roma y que las noticias de su derrota ante César un mes antes aún no habrían llegado a Egipto. Craso error, Pompeyo.
Cuando César llegó a Egipto y se presentó ante el rey, le fue entregada la cabeza de Pompeyo. Al contrario de lo que pudieran esperar los egipcios, César lloró amargamente ante la cabeza de su rival, y ejecutó a todos los que participaron en el asesinato, luego pactó con la hermana de Ptolomeo, Cleopatra, a la que subió al trono de Egipto. Ptolomeo se sublevó ante la decisión de César, pero fue derrotado en Alejandría y mientras huía se ahogó en el rio Nilo.
Ptolomeo, aconsejado por Potino, pensó que César estaría contento con el asesinato de Pompeyo, pero no contaban con algo que César era antes que un buen rival, un mejor patriota. César no podía perdonar que un grupo de provincianos egipcios asesinaran a uno de los más grandes generales de Roma cobardemente.
Y se les escapó otro detalle, Pompeyo era su yerno. Craso error Potino, Craso error Ptolomeo.
Ptolomeo, aconsejado por Potino, pensó que César estaría contento con el asesinato de Pompeyo, pero no contaban con algo que César era antes que un buen rival, un mejor patriota. César no podía perdonar que un grupo de provincianos egipcios asesinaran a uno de los más grandes generales de Roma cobardemente.
Y se les escapó otro detalle, Pompeyo era su yerno. Craso error Potino, Craso error Ptolomeo.
Julio César |
Julio César murió asesinado por un grupo de senadores el 15 de marzo del 44 a.C., sobre su muerte se han escrito ríos de tinta, pero hay una curiosidad histórica que creo debe ser tenida en cuenta en este artículo.
Este día, los idus de marzo, no había sido seleccionado al azar.
César había sido nombrado dictador por diez años, teniendo como subordinados a todos los magistrados. Además, se le autorizó ser cónsul cuantos años desease, también, le ofrecieron el cargo de dictador de por vida, y le permitieron redactar leyes sin la necesidad de aprobación senatorial. Por fin, por si fuera poco, lo nombraron luego tribuno de la plebe y le erigieron una estatua en el templo de Júpiter.
Entonces, ¿por qué no lo mataron antes? ¿Qué detonó esa decisión precisamente ese día?
Entonces, ¿por qué no lo mataron antes? ¿Qué detonó esa decisión precisamente ese día?
Pues aquí entra en juego otro factor, la superstición.
Los libros sibilinos eran una recopilación de profecías sobre el futuro del mundo que eran custodiados por los quindecenviros, los únicos autorizados para consultarlos, bajo petición del Senado y ante una grave amenaza o ante una gran campaña militar que pudiese poner en riesgo a Roma. Sucedió entonces que comenzó a filtrarse una profecía de los libros que decía;
“Sólo un rey conseguirá doblegar a los partos”.
Se piensa que ese rumor fue lanzado por Lucio Aurelio Cota, tío de César, y que en ese momento era uno de los quindecenviros. Cota pensó, que filtrando la profecía, prepararía al pueblo y obligaría al Senado a nombrar a su sobrino Rex Romanorum de una vez por todas. Pero sucedió todo lo contrario, pues el Senado conspiró para asesinar a César el día que este iba a anunciar la campaña contra los partos, el 15 de marzo, campaña que pretendía comenzar a preparar el 18 de ese mismo mes. Cota pensó que una filtración de ese tipo amedrentaría al Senado, no esperaba que el miedo al poder de César fuese superior al ansia de conquistar Partia. Craso error, Cota.
Julio César previamente a su asesinato había comentado varias veces que él creía en la República, pero que esta necesitaba un líder supremo, un rey. Las repúblicas no tienen rey, César. Craso error, César.
El Senado pensó que acabando con César, la República estaba salvada. Craso error, la República llevaba ya bastantes años muerta.
Y lo más curioso de esta historia es que, los protagonistas directos en el caso de Craso, e indirectos en el de César, los partos, fueron doblegados efectivamente por un rey, como decían los libros sibilinos, el rey fue el Emperador de orígen hispano Trajano, pero 160 años después de todos estos errores.
Julio César previamente a su asesinato había comentado varias veces que él creía en la República, pero que esta necesitaba un líder supremo, un rey. Las repúblicas no tienen rey, César. Craso error, César.
El Senado pensó que acabando con César, la República estaba salvada. Craso error, la República llevaba ya bastantes años muerta.
Y lo más curioso de esta historia es que, los protagonistas directos en el caso de Craso, e indirectos en el de César, los partos, fueron doblegados efectivamente por un rey, como decían los libros sibilinos, el rey fue el Emperador de orígen hispano Trajano, pero 160 años después de todos estos errores.
Trajano |
Como resumió Tácito, un joven de 19 años llamado Octavio Augusto, debajo del nombre de príncipe se apoderó de todo el Estado, exhausto y cansado con las discordias civiles, y un poquito harto de tanto craso error.