Rin y Rubicón. De gigantes y hombres. XV·I·MMXI

Cruzar un río no parece un acto memorable ni digno de admiración o estudio hoy en día y seguramente lo que uno diga o haga para cruzarlo no presenta mayor tiempo de debate que el tiempo que tardo en escribir estas líneas, pero hubo un tiempo lejano en el que ese hecho que ahora resulta insignificante hacía historia, y he querido, pues creo merece un lugar en este blog, recordar dos hechos relacionados con cruces de ríos, curiosamente protagonizados por el mismo actor, Cayo Julio César.

César


El primer episodio que entiendo merece cierta admiración y que puede ser un tanto desconocido para el lector curioso se produjo en el año 55 a.C. año en el que un tal Julio César al mando de 40.000 hombres se dispuso a cruzar el río Rin, la frontera natural entre la Galia y la Germania, al otro lado le esperaban entre 150.000 y 450.000 germanos y os invito a ver el siguiente vídeo para comprender hasta que punto llegaba el ingenio de este general y de sus hombres;




Cruce del río Rin, 55 a.C.


Diez días, sencillamente impresionante, se podría decir más alto pero no más claro, y lo más llamativo es que había sentado las bases de lo que algunos siglos más tarde se conocería como “guerra psicológica”.

Seis años más tarde se produciría el cruce de otro río, el Rubicón, cruce que quizás sea el más famoso entre nosotros por el recuerdo que nos viene a la cabeza de la famosa y supuesta frase pronunciada por el protagonista “la suerte está echada”.

El cruce del río Rubicón por Julio César la noche del 11 al 12 de enero del año 49 a.C. es sin duda uno de los episodios sobre los que más se ha escrito y discutido en toda la historia de la humanidad, y sobre lo que pasó en ese preciso momento o que ocasionó realmente esa actitud de César contra el orden establecido se ha dicho de todo, pero hoy intentaremos detenernos en analizar lo que aproximadamente pudo pensar este gigante entre hombres en ese instante exacto, en el que el romano que más gloria le había dado a Roma tuvo que volverse contra ella, el momento en el que el general entre generales decidió cruzar la frontera natural establecida entre Italia y la Galia Cisalpina, la frontera que ningún general romano al mando de una legión debía cruzar bajo ningún concepto. Pero él, al mando de una legión, la número 13 Gemina, decidió cruzarlo, él, con menos de 5.000 hombres se dispuso a conquistar Roma.

Río Rubicón

La autora australiana Colleen McCullough describió brillantemente lo que pudo pasar por la cabeza de este general momentos antes de este hecho histórico;
[…Arreó al animal para ponerse en cabeza y cabalgó a paso tranquilo por la hierba otoñal que amarilleaba, adentrándose entre los árboles en dirección al centelleante río. Y allí, en la orilla, se detuvo.
Aquí está. Todavía puedo darme la vuelta. Todavía no he abandonado la legalidad, la constitucionalidad. Pero ya sé todo esto. Lo sé desde hace dos años. He pasado por todo: he pensado, he proyectado, he programado, me he esforzado muchísimo. He hecho concesiones increíbles. Incluso me hubiera conformado con Iliria y una legión. Pero en cada paso del camino he sabido y he comprendido que ellos no cederían. Que estaban decididos a escupirme, a hundir mi cara en el polvo, a reducir a la nada a Cayo Julio César. Que no es nada. Que nunca consentiría ser nada. Tú lo has querido, Catón. Ahora puedes conseguirlo. Tú me has obligado a marchar contra mi patria, a volver la cara contra la legalidad vigente. Y tú, Pompeyo, estás a punto de descubrir cómo es enfrentarse a un enemigo de verdad competente…¿Qué hay al otro lado del Rubicón? ¿Cuántas legiones habrán logrado reunir? ¿Cuántos auténticos preparativos habrán llevado a cabo? Estoy basando toda mi campaña en una corazonada que me dice que no han hecho nada….De pronto echó la cabeza hacia atrás y empezó a reírse al recordar un verso de Menandro, su poeta favorito. -¡Que vuelen alto los dados!- exclamó en el griego original del verso. Después espoleó suavemente a Toes en las costillas, cruzó cabalgando el Rubicón y entró en Italia y en la rebelión…]
En el siguiente vídeo podemos ver la que creo es la mejor adaptación del momento justo antes de este hecho histórico que cambió el mundo para siempre, y en el que se puede ver algo significativo y que muchas veces ha pasado desapercibido en la historia, la devoción de los legionarios hacía su cónsul y general. Algunos autores afirman que César conocía a todos sus hombres y los llamaba por su nombre y les preguntaba habitualmente por su familia, algo que para un legionario de la época era la muestra más grande de dignidad y respeto. Pero sin entrar en si algo tan espectacular como es que un hombre conozca el nombre y la vida de 40.000 soldados pudiese ser cierto o no, lo que si parece cierto es que la clave de César fue consultar a sus tropas sobre todos sus actos, haciéndoles partícipes de cualquier actuación, lo que hizo que cualquier soldado, por raso que fuese se sintiese el actor principal de la "obra de César", veamos la adaptación;




Cruce del río Rubicón, 49 a.C.


No comparto la idea universalmente extendida que dice que César dijo justo antes de cruzar el Rubicón, según Suetonio [la suerte está echada "allea iacta est"] ya que lo históricamente cierto es que recordó a su autor favorito, Menandro, y lo que seguramente recitó fue un verso en griego y no en latín de este autor, que venía a decir según Plutarco [que vuelen alto los dados o que el dado sea lanzado "ανερριφθω κυβος"] y creo que gana Plutarco pues existió un testigo presencial de los hechos que lo corroboró, Gayo Asinio Polión y aunque pudieran asemejarse en el significado las dos frases, realmente no es así, ya que, "la suerte está echada", es una frase más bien negativa, en la que nos ponemos en manos del destino, pues ya han sido lanzadas las suertes o los dados, para lo bueno y para lo malo, frase que nos puede dar a entender que no hay posibilidad de dar marcha atrás, en cambio, "que vuelen alto los dados", implica un carácter más positivo, ya que César vino a decir, ¿quereis jugar? pues vamos! y no tengo miedo de lo que digan los dados al caer al suelo, lo que quiero es jugar, y ordeno que se juegue y mientras todos miráis los dados como vuelan, yo, Cayo Julio César estoy en las puertas de Roma, y esta vez no cometeré el mismo error que cometió Aníbal.

Curiosamente César tomó Roma sin derramar una sola gota de sangre, sus enemigos habían huido, y las ciudades fueron abriendo sus puertas a César a su paso, o eso cuentan los vencedores.

Pero sucediera lo que sucediese y se dijera lo que se dijese, lo realmente cierto es que en un periodo de tiempo extremadamente corto, la historia reunió a gigantes como Mario, Sila, Cicerón, Catón, Bruto, César, Casio, Marco Antonio, Pompeyo, Octavio Augusto.... un tiempo en el que algunos cruzaban ríos y en el que todos hicieron historia. Historia que se resume en una sola cita;

Cuando los Dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón hasta Marco Aurelio, en que sólo estuvo el hombre.

4 comentarios:

Tus-mundos dijo...

Debe ser la naturaleza de los valientes superarse a sí mismos.
Siempre me acordaré de lanzar los dados para que vuelen alto y cuando estén arriba me acordaré de ti.

La última cita, fantástica. Yo es en lo único que creo.
Un abrazo, Parri!

Francisco Javier González Sánchez dijo...

Gracias Tus como siempre...la cita es de Flaubert, y resume perfectamente esa etapa de la historia, un abrazo.

francisco dijo...

Hubo un tiempo,en que no todos los político eran delincuentes

Francisco Javier González Sánchez dijo...

No sabes amigo "Francisco" la alegria que me dá saber de ti...he tenido que comprobar en estadísticas que realmente habías sido tú el que habías entrado en el blog...por el país...haz el favor cabronazo de enviarme un correo a captiva.seguridad@gmail.com, y me dices el tuyo...que aquí uno se va a hacer las americas y se olvida de todos....jejejjeje. Un abrazo