Emilio Dafno y Octavio Flavio, cuando las piedras empezaron a hablar. XXIII·X·MMX

En 1752 se publicó el volumen IX de la monumental obra de Henrique Flórez “España Sagrada”, con este volumen, titulado “De la Provincia antigua de la Bética en común y de la Santa Iglesia de Sevilla en particular” el autor haría un estudio en profundidad de la historia de toda la provincia Baetica y que en algunos aspectos sería una ampliación de reflexiones hechas en el volumen I, V y VII de la misma obra.


Henrique Flórez
                                                                       
Henrique Flórez afirmaría en su obra que la última ciudad oriental de la provincia sería Mojacar y el Río Almanzora el límite interprovincial, utilizaría como elemento ratificador el hecho de que Plinio llamase Murgis a la última ciudad de la Baetica hacia el oriente, que después situase un río y luego nombrase a Urci como la primera ciudad de la provincia Tarraconensis.



Estracto del mapa de Henrique Flórez de la Provincia Baetica



Quizás la similitud del nombre Murgis con Muxacar, Moxacar o Mojacar le bastó al autor para llegar a esa conclusión, pero ciertamente pasaría por alto y de manera sutil un dato bastante esclarecedor, como lo es el hecho de que las medidas del Itinerario Antonino desmentían por completo esa afirmación.

El autor ya había relatado las medidas que había entre Acci [Guadix] y Alba [Abla], dando por ciertas las treinta y dos millas romanas entre los dos pueblos, pero inexplicablemente no hacía mención a las veinticuatro que separaban Alba de Urci, seguramente conocedor de que el hecho de que Urci estuviera cerca de la desembocadura del Río Almanzora, era contradecido por las medidas que el Itinerario mostraba, ya que en este caso las medidas tenían que haber sido superiores a las veinticuatro millas romanas.

Habría que esperar más de cien años para que, en 1858 el ingeniero de caminos Ricardo Saenz de Santa María comunicase a la Real Academia de la Historia el hallazgo de una lápida romana en los campos de Dalias, hecho que no pareció ser demasiado importante en ese momento.

Pero tampoco en 1870, año en el que José Ezcurdia le hizo llegar a Eduardo Saavedra unos planos con la localización de unas ruinas, ruinas que habían sido descubiertas en las obras del trazado de la carretera de Málaga, a su paso por los anteriores campos de Dalias, y tampoco debieron despertar demasiado interés, pues hasta 1872, fecha en la que el calco de la pieza de Saenz de Santa María llegó a manos de Eduardo Saavedra, no saltaron todas las alarmas de los geógrafos e historiadores de la época.



Inscripción de Emilio Dafno
                                                  


La inscripción cuenta como Lucio Emilio Dafno Sevir, dona unas termas que el mismo ha costeado, al municipio de Murgis, celebrando un banquete y donando un denario a cada uno de los ciudadanos y prometiendo otro cada año que viviese por esa fecha y ciento cincuenta denarios más para la conservación de su obra.

La importancia de este descubrimiento fue tal, que incluso el ingeniero de caminos Ricardo Saenz de Santa María recibió un premio de la Real Academia de la Historia.

Este descubrimiento señalaba irrefutablemente el municipio de Murgis donde hoy está El Ejido, situaba en la desembocadura del Río Andarax el límite costero interprovincial, y Urci quedaría situada donde hoy está Pechina quedando ratificada la tesis del marqués de Estepa, que como vimos en la segunda entrada no dudó de este hecho.

Quedando por fin situadas correctamente las fronteras y las ciudades, otra piedra en forma de pedestal quedaría sujeta al estudio y a la polémica, el lugar de su localización, Guadix.


Copia de la inscripción del pedestal de Octavio Flavo
                                                 

Esta inscripción es una honra que le dedica Publio Octavio Prisco a un Flamen del culto imperial de la Provincia Baetica llamado Publio Octavio Flavo y por el tipo de letra de la inscripción se tuvo que grabar en una época avanzada del Imperio.

Este hecho sería un problema ya que Guadix, desde la modificación provincial en tiempos de Augusto, perteneció a la Provincia Tarraconensis primero y a la Carthaginensis después, pero nunca en época imperial a la Baetica.

¿Qué sucedió entonces? La respuesta la daría algunos años después Eugene Albertini que explicaría la tesis de que indiferentemente a la división administrativa de Augusto, en las ciudades fronterizas como fue el caso de Acci o Castulo algunas asociaciones religiosas de culto imperial seguían manteniendo lazos de unión con su antigua provincia, en este caso, la Baetica.

El flamen en cuestión, Octavio Flavo, aún residiendo en Guadix, o bien habría prestado servicios a alguna población cercana que pertenecía a la Baetica, o por el contrario, este culto estaría ligado a la anterior división provincial, tesis esta última que no comparto, ya que este culto nacería en la época donde Guadix estaba ya dentro de la Tarraconensis.

Corriendo los mismos años, sobre 1867, a treinta y dos millas de Guadix, en Abla, en el paraje denominado “La ventilla del cura” aparecería otra lápida catalogada por Manuel de Góngora y Martínez, dicha lápida estaría escrita por las dos caras, en una cara el recuerdo de una liberta, en la otra, la muerte de un soldado, entre las dos caras, muchos años de diferencia.



Lápida de Cornelia y Aurelio Julio
                         

Esta lápida de Abla merecerá un episodio completo.

Parecía que todas las piedras se hubiesen puesto de acuerdo para empezar a hablar y como veremos más adelante, ninguna de ellas ha tenido ganas de callarse aún.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me resulta interesante todo esto, ¿pero Henrique no se escribe sin "H"?

Francisco Javier González Sánchez dijo...

Querido autor/a del Lazarillo de Tormes, en primer lugar decirte que me alegro que te interese todo esto y en segundo lugar, sí, efectivamente Enrique se escribe así, [sin h]. Pero Henrique Flórez, firmó sus obras así, [con h], y en el blog intento mantenerme fiel a las firmas, a no ser que me encuentre casos como el de Rodrigo Caro que firmó algunas obras como Rudericus Carus, en este caso en particular he preferido poner el nombre más común. Espero te haya servido de aclaración, un saludo.