Hicieron un desierto y le llamaron Paz. XVII•XI•MMX

Contaba con 12 años recién cumplidos cuando a la sombra de los naranjos en Andújar (Jaén) escuché por primera vez el relato de las Guerras Púnicas de manos del padre Ezequiel, el cuál compaginaba sus labores de docente en el Seminario con el cuidado de las plantas, empezó su relato por el final, explicándome como tras la destrucción de Cartago en el año 146 antes de Cristo, los soldados romanos labraron la tierra con sal para que jamás volviese a florecer vida en aquella ciudad del norte de África.

Cartago

Me contó como acabó así la existencia de la capital de la República Cartaginesa, y comenzó la hegemonía de Roma en el Mediterráneo.

El padre Ezequiel era consciente de que las preguntas fruto de mi curiosidad no tardarían en llegar, así pues, el domingo siguiente me acerqué a los naranjos y le hice dos preguntas:
-¿Por qué Roma llegó a tal extremo con esa ciudad? ¿No hubiese sido más rentable el sometimiento y no la destrucción?-.

Seguramente las preguntas no fueron expuestas en esos términos tan explícitos, pero lo que si recuerdo es la risa jocosa del padre Ezequiel que mirándome fijamente me dijo:
-La respuesta a esas preguntas y a la barbarie a la que es capaz de llegar el género humano se resume en una sola palabra, terror-.

Y comenzó a relatarme en episodios la historia desde el inició, comenzó explicándome como Roma había vencido en la primera guerra contra los cartagineses, que conocemos como Primera Guerra Púnica desarrollada entre los años 265 al 241 a.C.

En esta primera contienda Roma se apoderó de Sicilia que pasó a ser una provincia romana y tras la misma hizo que los cartagineses tuvieran que pagar una indemnización a Roma demasiado alta.

Aún no saciados los romanos, hicieron que Cartago tuviese que pagar otra indemnización más elevada que ya resultaba casi humillante en el 237 a.C., además de apropiarse de Cerdeña y Córcega que serían organizadas como provincias en el 227 a.C.



Fin primera Guerra Púnica

Polibio relataría que esa prepotencia de Roma y la humillación a la que se sometieron a Cartago sería la causa del inicio de la Segunda Guerra Púnica.

Pero no sólo esa humillación que describía Polibio sería suficiente motivo para comenzar otra guerra.

Inexplicablemente los cartagineses decidieron pagar a Roma y para ello tuvieron que expandir los dominios que ya tenían por el sureste de Hispania.

Los romanos por su parte temerosos de que Cartago tuviese el control de Hispania acordaron que bajo ningún concepto los cartagineses sobrepasarían el río Ebro.

Con la curiosidad de que según parece anteriormente los romanos habían concertado una alianza con Sagunto, ciudad esta que quedaba dentro de los límites cartagineses, por ello en la primavera del 219 a.C. el general cartaginés Aníbal puso sitio a Sagunto, hecho que supuso una declaración de guerra para Roma. La ciudad aguantó ocho meses el asalto pero al final fue tomada por Aníbal sin que los romanos socorriesen a la misma.

Roma envió a Cartago una embajada, dirigida por Quinto Fabio Máximo, exigiendo que se les entregara a Aníbal y los senadores que le habían acompañado. Tito Livio lo describiría así;

[…Quinto Fabio alzando la parte anterior de la toga como si hubiera algo dentro de ella, dijo: -Aquí os traigo la guerra y la paz, ¡elegid!-. Los cartagineses respondieron: -¡Elige tú mismo!-. Entonces dejando caer la toga, Quinto exclamó: -¡Os doy la guerra!-, a lo que los presentes exclamaron que la aceptaban y que la conducirían con la misma decisión con la que la habían elegido…]

Quedando la guerra declarada a comienzos de la primavera del 218 a.C. el Senado romano decidió dar dos golpes contundentes, por un lado envió a España al ejército del cónsul Publio Cornelio Escipión, y el otro cónsul, Tiberio Sempronio, debía dirigirse a África.


Escipión el Africano

Pero en una maniobra genial y que aún hoy es admirada, Aníbal se dispuso a conquistar la península Itálica atravesando con su ejército los Alpes, en una demostración de fuerza insólita hasta el momento.



Aníbal

Derrota tras derrota los romanos tuvieron que soportar con temor la presencia en Italia de los cartagineses, hasta que el 2 de agosto del 216 a.C. en la llanura cercana a Cannas ese temor se transformo en terror. Los informes que fueron enviados a la ciudad de Roma sobre la batalla dejaron sumidos en el pánico a todos sus habitantes. De 80.000 romanos que lucharon, 70.000 murieron en la batalla, el resto de los romanos huyeron o fueron hechos prisioneros, además había que sumar a la catástrofe la muerte en la batalla de uno de los cónsules, Lucio Emilio Paulo.

Y extrañamente después de Cannas, Aníbal teniendo todo a su favor para asestar el golpe definitivo a la ciudad de Roma, no la conquistó. Tuvo la oportunidad de cambiar el curso de la historia para siempre y no lo hizo.

Su comandante de caballería, Mahárbal, le recriminaría;

[…La verdad es que los dioses no se lo conceden todo a una misma persona.
Sabes vencer, Aníbal, pero no sabes aprovechar la victoria…]


Y como si de un partido de fútbol se tratara, en el que, quien perdona termina perdiendo, en el 202 a.C. en la batalla de Zama, Roma vencería definitivamente a los cartagineses, curiosamente en la única batalla que perdió Aníbal.

Las consecuencias fueron para Cartago desastrosas, seguiría siendo un Estado independiente, pero quedaba privado del derecho de declarar cualquier guerra sin el consentimiento del pueblo romano, por supuesto los cartagineses tenían que pagar todos los daños de guerra e incluso mantener las tropas de Roma en suelo africano con su dinero durante tres meses, Cartago perdía también todas sus posesiones fuera de África, y por si no fuese suficiente, debían entregar 100 rehenes a Roma que serían elegidos por Escipión, que a partir de ahí sería apodado como “el Africano”.


Fin segunda Guerra Púnica

Pero aunque Roma venció en esta guerra, el miedo continuó instalado en la sociedad civil, el término “Hannibal ad portas” “Aníbal en las puertas”, se convirtió en una alocución para definir el terror romano, terror que fueron transmitiendo a sus hijos.

Ese miedo se hizo tan generalizado que incluso Marco Porcio Catón en sus discursos solía terminar diciendo;

[…Ceterum, censeo Carthaginem esse delendam]
[…Por lo demás, pienso que Cartago debe ser destruida]

Y por supuesto, pasados ya 50 años desde que Aníbal estuviese "ad portas", Roma buscó un pretexto para acabar con sus miedos y no fue otro que hacer que Numidia incitara a que Cartago le declarase la guerra, lo que supuso una violación del tratado de la anterior contienda que les obligaba a no iniciar ninguna guerra sin el consentimiento romano.

Las embajadas que los cartagineses enviaron para no provocar la guerra contra Roma no sirvieron de nada, y el ejército consular romano ya estaba preparado para la guerra, esto ocurría en el año 149 a.C.

Los cartagineses se rindieron sin condiciones, a cambio los romanos les pidieron 300 rehenes de las familias más poderosas de Cartago, les pidieron también todas las armas y provisiones militares que tuviesen, y todo esto fue entregado sin objeciones por parte cartaginesa, en un último intento quizás de evitar una nueva contienda con Roma.

Pero una última petición mostraba las verdaderas intenciones de Roma. Cartago debía ser destruida y sus habitantes no podrían volver a habitar a menos de 15 kilómetros de la costa.

Esta petición demostraba la crueldad de Roma, pues era consciente de que un pueblo como el cartaginés que tenía su fuente de riqueza en el comercio marítimo, quedaría abocado al exterminio. Entonces la población enloqueció y asesinaron a todos los itálicos de la ciudad, incluso asesinaron a sus propios líderes y en una última muestra de heroicidad decidieron defender Cartago a toda costa. Empezaron a forjar armas día y noche, liberaron a los esclavos para contar con más efectivos y reforzaron todos los muros de la ciudad. Cuando los romanos llegaron a las puertas de la ciudad se dieron cuenta de que increíblemente Cartago estaba preparada para la defensa.

Pasaron los años, y el Senado romano viendo que la resistencia de Cartago ya resultaba vergonzosa, decidió poner al frente del ejército al cónsul Publio Cornelio Escipión Emiliano, hijo adoptivo de Escipión el Africano y que tenía solamente 35 años, hecho que demuestra la desesperación de Roma, al nombrar un cónsul tan joven.

En la primavera del 146 a.C. el ejército romano con Escipión al frente consiguió entrar dentro de la ciudad, durante seis días y seis noches los combates se produjeron dentro de la misma, y una comisión enviada por el Senado decidió que la ciudad debía ser reducida al nivel del suelo. Tras maldecir el lugar donde se había alzado, trazaron surcos con el arado y sembraron sal.

Cuentan las crónicas que Escipión, anduvo contemplando la destrucción y llorando amargamente, mientras repetía una y otra vez que algún día Roma se vería así.

Se ponía de manifiesto como una civilización, la romana, por el miedo no superado a ser destruida, acabó con otra, la cartaginesa.
Lo gracioso es que Catón murió en el 149 a.C. sin poder llegar a ver su obra.



Catón

El padre Ezequiel terminó su relato con la famosa frase que había empleado el historiador romano Tácito para describir la destrucción de Cartago:

[…Solitudinem fecerunt, pacem appelunt]
[…Hicieron un desierto, y le llamaron paz]




Tácito

Normalmente el estudio de la historia debe servir sobre todo para conseguir que los errores del pasado no nos superen en el futuro.

Pero desgraciadamente no aprendimos la lección, y en un pasado más reciente tuvimos nuestro propio desierto llamado paz, y no fue otro que la expulsión de los moriscos a finales del siglo XVI y principios del XVII. Es cierto que los moriscos se revelaron, es cierto que cometieron atrocidades, pero también es cierto que se les provocó de igual manera que los romanos provocaron a los cartagineses.


Grabado de la expulsión de los moriscos, 1610, anónimo

Podemos ofrecer un dato terrible que muestra las consecuencias de esta guerra en nuestro entorno más cercano.

¿Sabéis cuantos habitantes estaban censados en nuestros pueblos en 1593?

Pues 65 en Abla, 60 en Abrucena y 120 en Fiñana, en total en estos tres pueblos 245 habitantes, sinceramente dantesco.

Aparte del desastre humano que supuso, el mayor desastre fue la pérdida cultural y sobre todo la pérdida de la memoria, sí, de la memoria, de los recuerdos trasmitidos de padres a hijos que desaparecieron para siempre en estos pueblos.

Habíamos visto en la entrada anterior como los pedestales que fueron arrancados del mausoleo romano de Abla, terminaron colocados en el castillo de Fiñana, pero un relato que se encuentra en la declaración de uno de los vecinos, Cristóbal García, fue omitido por mi;

[…sacaron los vecinos de Fiñana dos piedras que hoy están en la puerta del castillo y sobre el llevarlas hubo una muy grande pendenzia y una guerrilla de pedradas entre los de Fiñana que las llevaron y los moriscos de esta villa que las defendían…]
Curiosamente esos moriscos de Abla fueron los únicos que defendieron nuestro patrimonio histórico a pedradas y sobre su memoria nos dispusimos a sembrar sal, tanta sal como la que se sembró en Cartago.

Creo que después de tantos años deberíamos haber aprendido algo, porque la historia juzga, podrá tardar siglos en juzgar, pero siempre dicta sentencia.

11 comentarios:

Tus-mundos dijo...

Las historias se repiten y al leer la actitud de Roma me doy cuenta de que por muchos años que pasen, la búsqueda de poder y riqueza suele llevar consigo maldad, violencia y destrucción... entre otras cosas, la peor destrucción a mi parecer es en la que dices 'la pérdida de la memoeria, de los recuerdos transmitidos de padres a hijos'... una auténtica pena.
De cabo a rabo me las leo todas, Parri!! un millón de gracias. Si haces un taller de historia este verano, me apunto!! estaría chulo!
Un abrazo

Francisco Javier González Sánchez dijo...

Es cierto Tus, es lo más terrible pues en una sociedad donde la mayoria del pueblo era analfabeto, esos recuerdos que hoy suelen llamar "transmisión oral" quedaron perdidos para siempre, terrible pero fue así.
Jajajaa no creo que pudiese dirigir un taller de historia...y gracias por leer todas las entradas...un abrazo desde Hispania.

juanma dijo...

parra,el no tomar roma se debio a la falta de intencdencia,o conmo se diria ahora logistca,estaban a las puertas de roma pero agotados y sin comida y su unica elccion era volver hacia atras.un error pero era lo unico que podian hacer.si no leete los manuales militares y veras que es asi

Francisco Javier González Sánchez dijo...

Juanma yo comparto la teoria de Apiano que dijo que fue más bien una estrategia política de Aníbal, pues si hubiese tomado Roma hecho que hubiese terminado con la guerra, desde Cartago le hubiesen quitado el mando militar que ostentaba. Otros autores se inclinan por decir que Aníbal era incapaz de hacer lo que hicieron años despues los romanos con Cartago, pasase lo que pasase, el hecho de centrarse en conquistar la península itálica después de Cannas en vez de asestar el golpe contra la capital, le dio a los romanos unos años preciosos en los que consiguieron reorganizar el ejercito, y sobre todo y lo más importante posicionarse en Hispania. Cuando los cartagineses quisieron reaccionar ya era tarde y Escipión estaba ya en África dispuesto a conquistar la capital cartaginesa. Creo que en el momento justo después de Cannas, con la mayor parte del ejército romano destrozado, otra parte en Hispania y el resto en África, si en vez de dirigirse Aníbal a la toma de Capua se hubiese ido a por Roma, se hubiese cumplido lo que le dijo su comandante: -Aníbal, dentro de cinco dias estaremos celebrando un banquete en el capitolio- pero decidió que no.

maestro 1989 dijo...

Entre romanos y cartagineses,¿quiénes eran los buenos,quiénes eran los malos?.¿Quiénes se merecían el cielo o el infierno?.¿Le formulaste esta pregunta al padre Ezequiel en Andújar?
Yo iba a Andújar en la década de los 70 del siglo pasado a beber vino con tapas de carne de monte,generalmente cievo o jabalí.También subía al Santuario de la Virgen de la Cabeza,donde los guardias civiles contaban sus historias.
Enhorabuena por el blog.
Juan.

Francisco Javier González Sánchez dijo...

Pues nunca le hice esa pregunta...siempre afirmó que la historia del hombre era la historia de la avaricia y de la guerra, que los años se contaban por battallas y guerras...jejjeeje. Y también nosotros fuimos a la romeria de la Virgen de la cabeza...aunque a finales de la década de los 80...en este año que entra quiero visitar Andújar y aunque el seminario está cerrado, me han informado a raíz del post que el padre Ezequiel aún vive..y después de haber pasado por Madrid ha regresado a una parroquia de Andújar...gracias Juan...un abrazo, aunque no tengo claro que Juan eres...

maestro 1989 dijo...

Me llamo Juan Ortiz Fernández,nací en la casa de mi abuela Piedad,ahora casa de Paco Palomares,(biólogo)hijo de Paco el Sastre (R.I.P.),que creo conocerás.He preguntado a Paco Fernández,el que lleva el blog de Abla,por ti,y me ha dicho que eres el hijo mayor del mayor de los Parrillas.Tu tío Paco,me hizo un cortijillo en Fatabla.Conozco a sus tres hijos y ellos me conocen a mí.
Gracias a tu blog,he enlazado con Antonio Martín Ortiz,que es una maravilla.
Si las "ciencias" son necesarias para fabricar un avión,antes estábais los de "letras",para imaginarlo.
Saludos abulenses.Juan.

Francisco Javier González Sánchez dijo...

Juannn!!!!, yo soy el hijo mayor de Paco...tu vecino del cortijo!!!! jejeje, madre mia..el tiempo que llevo sin verte, un abrazo.

maestro 1989 dijo...

Ya sé quien eres.
En octubre de 1968,comencé a estudiar Historia Antigua,junto a Prehistoria e Historia Media en la calle Puentezuelas de Granada.Yo tenía veinte años.Entonces estudiaba para aprobar exámenes.Ahora leo,de todo,como el que necesita alimentarse.
He leído con minuciosidad,todo tu blog,en este puente de la Constitución y de la Inmaculada.
No sé quién es Juanma (¿tu hermano?.Pero me quedo con tu teoría de que Aníbal no quiso arrasar Roma,y no por motivos logísticos.Le diré a Juanma,que los manuales militares,no son los más acertados y he leído algo de ellos,sin ser militar.Soy un "maestro de escuela".
Por ningún lado nombráis a la bella Himilce,que fue el amor de Aníbal en Cástulo(Linares-Jaén).
Estoy encantado con los blogs de los abulenses a los que me he acercado...blog de Abla(Paco).CEA(Avitiano),Tus Mundos (Hija de la Fefa y prima de Manolico el herrador,lingüísta de inglés,que trabaja en el mismo Centro que yo,Sole Venegas...
Un fuerte abrazo para todos-¿as?.
Juan

Dr.Akbaricus dijo...

Se habla de Parrilla y me llamo Juan Parrilla, es curioso ¿Podríamos hablar de ello?
Dr.Akbaricus@gmail.com

Francisco Javier González Sánchez dijo...

Buenas Juan Parrilla, yo no me apellido Parrilla, pero antepasados míos creo que se apedilladon Parra, lo que sucede en el pueblo de Abla es que a mi familia nos llaman "parrillas" por apodo, pero no creo que tenga ninguna relación con su apellido, de todas maneras podemos contactar y lo analizamos. mi correo es captiva.seguridad@gmail.com, un saludo.