El triángulo de Madoz, de Abula a Alba. XXXI•X•MMX

A mediados del siglo XIX vería la luz la magnífica obra de Pascual Madoz Ibáñez “Diccionario geográfico - estadístico - histórico de España y sus posesiones de Ultramar” para esta obra dividida en dieciséis volúmenes se dedicaron para su redacción quince años, once meses y siete días, aparte de contar con la colaboración de más de mil personas, hecho que indica la magnitud de la misma.


Pascual Madoz

                                       
En el primer volumen, se encuentra el apartado dedicado a Abla y como no podía ser de otra forma, la descripción de las fortalezas existentes en el pueblo, y es en este apartado donde aparece un dato curioso de un misterio que hacía tiempo había rondado mi cabeza.

Veamos la descripción de las fortalezas;


[...Dominaba la misma un castillo, del que todavía se conservan torreones y acueductos, a pesar de su remota antigüedad, el cual con las fortalezas situadas en los cerros de las Juntas y Montagón, forma un triángulo, en cuyo centro se advierten las ruinas de un pueblo. A distancia de 2 leguas se echa de ver la fortaleza llamada de la Alcazavilla, cuyo destino debió servir en su día para la reunión y seguridad de los presidiarios, dedicados por los árabes a la explotación del crecido número de minas que aparecen en su derredor...]


Portada del Tomo I de la obra de Madoz


¿Cual era ese pueblo del que habla la obra de Madoz?.

Para saber la posible respuesta tendríamos que poner la mirada un poco más atrás concretamente en el año 1629, en el proceso de investigación ordenado por el Obispo de Guadix, para determinar si los Santos Mártires Apolo, Isacio y Crotato, habían muerto o no en Abla.

En dicho proceso se tomaría declaración a numerosos vecinos y vecinas de Abla, Fiñana y Guadix sobre el conocimiento que tenían de los Santos y sobre todo, del pasado del pueblo, intentando aclarar si Abla era esa Alba romana citada en el Itinerario Antonino y en las crónicas de Dextro.

El ocho de marzo de 1629 llegan los comisionados del obispado a Abla y justo en ese día visitarán también el pedestal de Avitiano, en la plaza de San Antón, redactando un Auto que incluiría lo siguiente;

[…con la demás gente fueron al sitio donde se sacó dicha piedra por ver si había algún antiguo rastro e hicieron cavar a unos hombres y hallaron otra piedra del mismo tamaño y materia que había servido a la dicha piedra de arriba de fundamento y basa y el dicho sitio de donde se sacó era en la parte pública del camino que pasa por las ruinas de la población antigua que venía de Guadix para Pechina y Almería y habiéndolo considerado y visto y paseado el dicho sitio por sus mercedes vieron que era de un lugar muy populoso, como lo muestran tantas ruinas como en él hay y la distancia y espacio en que se hallan son todas continuadas desde el mismo lugar que hoy se habita y está encima del peñón que llaman “Abula la Bieja”, que es en la rambla que hoy sirve de camino…]
Lo realmente curioso es que ningún vecino sabe nada de Alba y sólo se refieren a “Abula la Bieja” al nombrar la zona alta del pueblo que hoy conocemos.

¿Qué sucedía entonces? ¿Cómo era posible que los vecinos tuvieran como familiar y cotidiano el nombre de Abula para ese casco antiguo y nadie nombrase a Alba, nombre este último con el que se denominó el pueblo en un periodo romano más reciente, al contrario que Abula que procedía desde tiempos de los íberos?.

Las posibles respuestas las darían los mismos testigos, seguramente sin que los comisionados apreciaran el detalle, a saber;

El nueve de marzo de 1629 se le toma declaración a Cristóbal García Chinchilla, vecino de Abla, el cual declara entre otras cosas, que ha escuchado de los más ancianos del pueblo;
[…que los pasajeros y caminantes que iban de la ciudad de Guadix al río de Almería pasaban e iban siempre por el camino que hoy pasa por las “Heras de Enmedio” de esta villa donde están las ruinas de antiquísimos edificios de argamasa y que había un mesón donde ahora llaman la “Fuente del Manzano” que retiene el nombre de la “Fuente del Mesón” y quedan allí y están las reliquias y paredes del dicho mesón, el cual servía para los pasajeros que iban al dicho río de Almería, porque el camino que va por la otra parte de las viñas y la rambla es camino nuevo y carril para carretas y que este otro camino es tan derecho que no sólo los antiguos lo pasaron sino muchos de Fiñana y Marquesado que lo saben lo frecuentan por ser más breve y derecho…]
El mismo día declarará Juan de Malpartida, que en la misma línea de Cristóbal afirmará entre otras cosas;
[…que las muestras del camino por las “Heras de Enmedio” de esta villa donde hay ruinas de edificios antiguos dan a entender que el dicho camino ha sido real y muy frecuentado de toda la gente que pasaba y caminaba de la ciudad de Guadix a Pechina y río de Almería…]
Diego Bazán declarará también el mismo día que;
[…oyó decir a Diego de Bazán, su tío que habrá siete años que murió y tenía casi cien años,…que el camino que al principio hubo y se frecuentó antiguamente como camino real desde Guadix a Almería y el que hoy muchos siguen y frecuentan es y fue el que hoy pasa por las “Heras de Enmedio” de esta villa de Abla, que por una y otra parte de él hay rastros y vestigios de la población antigua de ella y parte de los cimientos del mesón que estaba en el dicho camino están hoy vivos en él…]
También el mismo día Cristóbal Rodríguez añadirá a las declaraciones el descubrimiento de;

[… la cañería por donde venía al agua a una fuente que dicen estaba junto a él, de la cual a pocos días que Blas de Santander, vecino de esta villa, y otros aderezando una acequia para el paso del agua a unas hazas suyas halló y sacó muchos “arcaduzes” y planchas de plomo…]

Pero no sería hasta el día dieciséis de ese mes cuando uno de los comisionados que estaban investigando, en este caso, Juan de Soto, arcediano, visitaría con Luis Nuñez, notario apostólico, nuevamente el pedestal de San Antón, realizando un descubrimiento realmente curioso y a la vez esclarecedor que describirían en estos términos;

[…vimos y descubrimos otro acueducto por la otra parte del castillo que parece viene por unas ruinas antiguas por aquella ladera que está debajo del camino de “Lauruzena” hacia donde parece viene encaminado y baja claro y distinto por lo poblado que hoy es en esta dicha villa de Abla y parece se encamina hacia la población antigua y en su curiosidad, fortaleza, argamasa, y antigüedad se da a entender que es obra de romanos y que por uno y otro se encaminaba agua para lugar populoso…]

Con estos datos podría quedar totalmente claro el dilema, y por las explicaciones y testimonios se podría deducir cual era ese misterioso pueblo, del que Pascual Madoz relataba la existencia de sus ruinas en su obra y que podrían haber sido las ruinas de Alba.

¿Pero no fue la misma población Abula y Alba?

Sencillamente atendiendo a las explicaciones que dan los testigos y los datos mostrados se podría decir que sí y que no al mismo tiempo.

El pueblo era Abula desde tiempos íberos como ya quedaría claro en las Tablas de Ptolomeo y algunas notas como la evangelización de San Segundo, sería una población que quedaría establecida en la cara sur de la colina donde hoy está ubicada Abla, estando comunicada por una rambla con otro núcleo urbano habitado, que pudo ser la "mansio Alba", como bien dice el Itinerario Antonino del siglo III, que lo denominó así. esta mansio estaría seguramente justo al lado de la necrópolis romana.

Esa urbanización llamada Alba podría haber quedado en el olvido tras la conquista árabe, pues este pueblo se decantaría por habitar la colina Abula, ya que presentaría un mayor carácter defensivo.


Posible localización de Alba


Esto podría explicar porque los habitantes del siglo XVI y XVII no tuvieran ni la más remota idea de que era Alba, pero si denominaran como ya hemos visto al casco antiguo de Abla “Abula la Bieja”. Y que como hemos dicho, lo único cierto es, que el nombre Alba fue posterior al de Abula y en todo caso lo normal es que hubiesen nombrado “Alba la Bieja”.

Los ciudadanos del Alto Imperio no tendrían los problemas que tenían los árabes por eso decidirían habitar el único sitio donde tenían agua potable en aquellos tiempos que no es otro que La Fuente del Manzano.

Un caminante del siglo III que viniese desde Almería, se toparía con el Mausoleo, giraría hacia las eras de enmedio, bajaría hasta la fuente del manzano y ahí, en ese punto, en la Mansio Alba tendría un cruce de caminos, o bien continuaría hacia Guadix o bien subiría por la rambla hacía “Abula la Bieja”. Entre Abula y Alba sólo tendríamos terrenos de cultivo.

Todas estas reflexiones no pasan de ser una simple tesis propia y que carece de suficiente fuerza histórica como para poder darla por cierta, pero los datos están ahí, y es una explicación para el dilema Abula y Alba, que supongo alguna tendrá que tener, pudieron ser también los restos de la necrópolis romana de Alba lo que despistaran a Madoz, pero si tampoco es esta, el misterioso pueblo dentro del triángulo de Madoz, seguirá siendo eso mismo, un misterio.

Hoy en día, muchos años después, el lector curioso, puede acercarse caminando por la ruta anterior y observar como aún hoy, dentro de la actual balsa de la fuente del manzano, en la cara sur, puede verse una inmensa piedra labrada, que en otro tiempo pudo ser un caño o lavadero, una piedra que como todas las anteriores parece que tenga ganas de contar una historia y que todavía hoy se pregunta por qué nadie quiere escucharla.



Piedra labrada, Fuente del Manzano, Abla

                                               




Esta entrada se publicó el día del nacimiento de Lola, la primera hija de unos apasionados de la historia, Mari Lola y José Jesús, va para ellos y que la pasión que hoy comparten se la trasladen a su hija. Enhorabuena. Parri.

3 comentarios:

Tus-mundos dijo...

Muy interesante, Parri.

Y me parece preciosa la dedicatoria de tu post a Lola. Buen trabajo!!
Un abrazo fuerte.

Antonio dijo...

Interesante aportación histórica que nos indentifica cada vez más con nuestro entorno milenario.
Saludos y enhorabuena por su blog.
A.Fdez Ortiz

Francisco Javier González Sánchez dijo...

Muchas gracias Tusti y Antonio, me alegra que os guste, y ciertamente Antonio, el objetivo es ese, poder conocer ese pasado tan lejano y tan cercano al mismo tiempo, que a veces nos sobrepasa. Un abrazo.